Por: Diógenes Armando Pino Ávila

     El descontento de los pueblos del centro y sur del Departamento del Cesar sigue in crescendo, ya lo había manifestado en mi texto sobre la “Historia no oficial del Cesar”, por ello no me causa sorpresa la iniciativa separatista impulsada desde el centro y sur del Cesar, en la búsqueda de la creación del nuevo Departamento “Sur Caribe Colombia”, que recoge la inconformidad de unos pueblos abandonados desde siempre, primero del Magdalena y ahora del Cesar.

    Estos municipios rebeldes, comienzan a despertar del letargo adormecedor en que los tenían sumidos los politiqueros locales y departamentales, vendedores de ilusiones y nirvanas que en 53 años de marusas y sortilegios consiguieron morigerar la inconformidad justa de los moradores de estas poblaciones que inclinaron la cerviz obsecuentemente obedeciendo los designios de quienes desde siempre han manejado a su capricho y gusto los designios de estos territorios.

     Hemos esperado 53 años que un pueblo de casas de palma con paredes de bahareque como los nuestros, poblado de campesinos y ganaderos como los nuestros, se hiciera ciudad para poder ostentar con dignidad el título de “Capital del departamento”. Son 53 años en que Valledupar se ha apropiado del bocado del león y ha consumido la mayor parte de los recursos departamentales y de los que la nación gira para el Departamento, y el resto de municipios solo recibe migajas de ese hartazgo ostentoso que disfruta la capital.

     Veo como legitimo este clamor de algunos líderes del sur, su inconformismo generado por el desconocimiento del gobierno departamental en la escogencia de los titulares de las secretarías, el reparto desigual de los recursos, la política oprobiosa de manejar la burocracia del departamento a través de los alcaldes desconociendo el trabajo político de los líderes, partidos y grupos; peor aún, a veces desconocen hasta los propios alcaldes, en el reparto de prestación de servicios en puestos tan sencillos como celadores, aseadoras, manipuladores de alimentos, contratación que manejan a través de operadores que no conocen las necesidades locales ni el personal idóneo para tales oficios, y bajo la presión de diputados, representantes y senadores hacen el reparto desde Valledupar en un claro ejercicio de negación sobre políticos y líderes locales.

     En este caso de la creación del departamento Sur Caribe Colombia, se pueden prever varios escenarios, me referiré solamente a dos: UNO: Que los impulsores tengan el suficiente liderazgo y la lucidez suficiente para contagiar con su entusiasmo a los ciudadanos de los territorios, pues es claro que un proyecto de ésta naturaleza requiere pueblo, mucho pueblo, y que no sólo el querer y el inconformismo de sus líderes hará posible el logro de los objetivos; es necesario meterle pueblo en grandes cantidades, se requiere una labor socio pedagógica que llegue a toda la población sin distingos políticos, religiosos, económicos o raciales; se requiere que esa sociología explore los pro y los contras de este intento. Que se articule el fenómeno cultural, primero reconociendo las diferencias culturales entre los pueblos, valorando el acervo cultural de cada localidad, auscultando su historia, costumbres y tradiciones, para que desde la diversidad se comience a construir un discurso de unidad que sume opinión desde la otredad para llegar a la mismidad.

    Que la pedagogía que se despliegue se encargue encontrar y señalar los errores cometidos por los vallenatos al menospreciar e invisibilizar a los pueblos de Centro y Sur y que en el conocimiento de esos errores se elaboren propuestas encaminadas a dar las repuestas que permitan conseguir la credibilidad de que dichos errores no se repetirán en el nuevo ente territorial y que haya un inventario de necesidades priorizadas en un plan ordenado que denote el conocimiento de nuestros pueblos y el compromiso de cumplir en la solución de dichos problemas.   Que no tengamos que esperar otros cincuenta y tantos años que la Aguachica se haga ciudad para que los recursos se irriguen a todos los pueblos.

    DOS: que el gobierno departamental llame a los líderes y el almíbar burocrático endulce sus deseos y ante el dulce sabor de la mermelada bajen la guardia y decaiga el ímpetu separatista. Que sea lo que Dios quiera, yo me reservo todavía para tomar partido.

    Todavía hay mucho en que pensar para tomar una decisión, el solo nombre me llena de duda. Cuál sería el gentilicio: ¿surcaribecolombiano? ¿Surcaribeño? O simplemente sureño.

Artículo anteriorSer Acabó el Recreo
Artículo siguienteEl deber y la importancia de la Rendición de Cuentas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí