La Comunidad religiosa lo recuerda como un hombre dedicado a los intereses de Dios, Trabajador incansable, al servicio de la educación y los pobres

     El pasado miércoles 10 de febrero a sus 69 años de edad, falleció en Bogotá Monseñor Humberto Lugo Argüelles, tras permanecer en una unidad de cuidados intensivos luego de contagiarse de Covid-19.

     El sacerdote permaneció en el Hospital Universitario Mayor de la capital del país, desde el pasado 30 de enero cuando fue internado por las complicaciones causadas por el virus.

    Monseñor Lugo Argüelles nació en Guayabal, Tolima; hijo de Tiberio Lugo Díaz (QEPD) y Lilia Argüelles Devia (QEPD), quienes llegaron al municipio de Aguachica a trabajar en el tiempo de la bonanza algodonera.

    Realizó sus estudios de primaria en Aguachica y su primera comunión en el Templo Parroquial de San Roque. Adelantó sus estudios filosóficos en el Seminario Mayor de Pamplona y terminó su formación en Teología en el Seminario de Valmaría de los padres Eudistas en Bogotá.

    El Padre Humberto fue ordenado sacerdote en el templo San Roque el 26 de noviembre de 1977, por el obispo de la diócesis de Ocaña de la época, Monseñor Ignacio Gómez Aristizábal.

     Trabajó como vicario colaborador en esta localidad y posteriormente fue nombrado Párroco de la iglesia Montecarmelo en el municipio de Convención, donde adelantó importantes obras, entre ellas la construcción de la casa cural, el templo parroquial, la Fundación del Colegio y llevó a las hermanas del Rosario de Santa Isabel de Hungría a esa comunidad religiosa.

    Según recuerda Monseñor Juan Carlos Ramírez, párroco de la Iglesia San Roque “estando allí también prestaba sus servicios como promotor vocacional en toda la diócesis de Ocaña, en lo que en otrora se conoció como Seminario ambiental, integrado por un grupo de jóvenes con aspiraciones al ministerio sacerdotal, que conformaban grupos de oración y reflexión en las diferentes parroquias, fruto de ese trabajo muchos de los que hoy ejercemos como sacerdotes”.

    Luego de su paso por Convención, fue nombrado párroco de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen en Aguachica, en donde adelantó la terminación de ese templo y a su vez ejercía como ecónomo diocesano, desde dónde gestionó la construcción del edificio Almacentro cerca de la capilla del Dulce Nombre en Ocaña, en la que funcionó la antigua curia diocesana.

    Una vez cumplida cada una de estas funciones, fue enviado a Europa, donde adelantó sus estudios de Teología Sistemática o Fundamental en la Universidad Gregoriana de Roma, así como estudios de sagrada escritura en la Comisión Bíblica Internacional y Ciencias Bíblicas y Lenguas Orientales en Jerusalén.

    Monseñor Lugo Arguelles fue licenciado en ciencias filosóficas de la Universidad Santo Tomás de Bogotá y estuvo al frente de la economía del Seminario Mayor “El Buen Pastor” de Ocaña durante muchos años, donde también ejerció como docente y realizó toda la gestión de mejoras y construcciones en la Institución.

    Uno de los proyectos más importantes en la vida del religioso fue la creación y fundación del Instituto Misionero San Juan Eudes en Ocaña, el cual trasladó hasta Mosquera, Cundinamarca donde inició todo el proceso misionero a nivel nacional y con el acompañamiento en algunos países; además, fue el primer Párroco de la comunidad María Inmaculada en el sector de Santa Clara en Ocaña, donde adelantó la construcción del templo y la casa cural.

     Continuando con su espíritu misionero, fundó la comunidad Misioneros Kardimissio, en Nicaragua que hoy también hace presencia en Honduras y Colombia.

    En medio de la nostalgia, el padre Juan Carlos Ramírez lo recuerda como un hombre sencillo, un pastor con una capacidad de trabajo admirable, cultor de muchas vocaciones y al servicio de la educación, pero sobre todo preocupado por los pobres y la obra evangelizadora de la Iglesia.

     “Un hombre dedicado a los intereses de Dios, trabajador incansable y de una inteligencia admirable, que durante su permanencia en Aguachica gestionó y acompañó los primeros años al colegio Teresiano Reina del Carmelo”.

    La comunidad religiosa recuerda a Monseñor Humberto como un enamorado de la iglesia, sentimiento con el que procuró siempre hacerla crecer donde la obediencia lo envío.

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