Por: Diógenes Armando Pino Ávila
Esta semana las redes estuvieron muy activas por la entrevista que Vicky Dávila le hizo a Gustavo Petro. Hubo comentarios de todos los gustos, como siempre la lucha ideológica — si es que se puede llamar así a los insultos— subieron en gradientes hasta el punto de convertir las redes en un campo de batalla lleno de mucha furia irracional pero pocos argumentos. Definitivamente este es un país que requiere mucha lectura, lectura de la buena, que atempere el carácter belicoso del colombiano común, que manipulado desde arriba zahiere al hermano de patria, sin consideración alguna, sirviendo de idiota útil a intereses que no son los propios.
Con la entrevista de Vicky y la recurrencia en el mal trato que da a sus entrevistados, se hace clara que la frase de nuestro Nobel de literatura es cierta cuando decía: “El infortunio de las facultades de Comunicación es que enseñan muchas cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo”, aquí cae doña Vicky en un despeñadero de diatribas que resuman su hondo desprecio a pensamientos contrarios al de sus jefes e inunda de bilis uno de los oficios más hermosos, que es el de informar, y afea uno de los géneros más admirados de la profesión del periodista, la entrevista.
Aquí retomo otra frase de Gabo cuando hablaba del periodista y, con justa razón decía: “La ética debe acompañar siempre al periodismo, como el zumbido al moscardón”, a doña Vicky, últimamente la ética se le esconde una cuadra antes de comenzar la entrevista, ya que ella, no se le puede negar, comienza la entrevista bien y trata de arrinconar al entrevistado con preguntas y argumentos que acorralan, que pone contra las cuerdas a su entrevistado (victima), y cuando este último demuestra claridad de conceptos, coherencia en el discurso, creo que Vicky se siente desbordada y apela a su mal genio, a la pregunta fuera de tono, al trato desconsiderado y a la pelada de cobre más cabrona, donde ni siquiera disimula su molestia.
Con Petro le salió el diablo, pues Gustavo es un hombre de una inteligencia excepcional, un orador extraordinario, que hila con mucha diligencia sus disertaciones y, a pesar de dar respuestas veloces, siempre lo hace en forma impecable, pues tiene al país en la cabeza y ha leído un mundo de temas, a más de haber cursado en las mejores universidades del del país y del exterior sus carreras terminadas (aún cuando, no haya reclamado sus diplomas). Pareciera que, a Vicky Dávila, al ser sobrepasada con creces por la inteligencia de Petro, no tuviera otro recurso que el de insultar a quienes hicieron parte del M 19, guerrilla que depuso las armas y firmó la paz hace más de treinta años.
Estoy de acuerdo con León Valencia cuando aconseja sabiamente a Vicky que mire atentamente sus entrevistas acompañadas de maestros del periodismo como Yamith Amat y Juan Gossaín, y también con algún amigo de vuelo intelectual y valores éticos, ojalá lo hiciera pues evitaría caer en acelerado desprestigio al cual va irremediablemente de no mejorar su forma de entrevistar. Ahora bien, no sé si su mal humor obedece al desespero de ser la directora de un medio de capa caída al cual abandonaron los periodistas más prestigiosos del país. No sé si su forma grosera de tratar a Petro obedece a los insultos que la izquierda encrespada le hace en las redes o si es por esa impresión que tuve de ego ofendido al no poder llegar a la altura de Petro ni empinándose en las zapatillas más taconudas de su Vestier.
Tomar una entrevista como la realizada por Vicky a Petro, con todos los desafueros de la periodista, con toda la grosería y con un comportamiento propio del hampón que trata mal a su invitado por parte de ella, para después con pinza y bisturí diseccionarla en forma antiética para presentar fragmentos fuera de contexto, en las redes sociales tratando de desinformar, es grave, es irresponsable y antiético, decir solo que para cumplir los planes de gobierno de Petro se necesitan tres periodos, dejando en el aire que Petro se quiere perpetuarse en el poder, y dejar sin decir, que el pacto histórico es un compromiso de que el que lo reemplace debe cumplir con el plan, ese solo corte no solo es irresponsable, tendencioso, sino, además grosero, antiético y no profesional.
De todas maneras, vale decir que el periodismo es una profesión hermosa y noble, pero se ennegrece cuando es utilizada con mezquinos intereses para manipular la opinión pública. A doña Vicky le cae de perlas unos cuantos guaros para afinar, que siga lo dicho por García Márquez: “Como los periodistas sufríamos tanto, teníamos que emborracharnos todos los días”