
Por: Diógenes Armando Pino Ávila
Monitoreando en la prensa nacional e internacional los eventos significativos que hacen de la cultura algo de dignidad y orgullo de personas, países y gobiernos, no sin el pesar de lo que ocurre en el plano nacional, departamental y municipal, me encontré con que el Ministerio de cultura de Francia condecora en Montevideo a la poeta uruguaya Ida Vitale otorgándole el grado de «Commandeur de la Orden des Arts et des Lettres» como reconocimiento a su obra poética y como traductora de libros del francés al español y viceversa.
La noticia me alegró y al mismo tiempo me llevó a recordar con algo de nostalgia la realización del 18 Festival Internacional de Poesía de Bogotá sede Valledupar, mayo 26 y 27 de 2010. En que compartimos con un selecto grupo de poetas de talla internacional, entre ellos: los uruguayos Ida Vitale y Enrique Fierro, el brasilero Ledo Ivo, el cubano Pablo Armando Fernández, los mexicanos Marco Antonio Campos y José Ángel Leyva, el venezolano Juan Calzadilla, el chileno Jaime Quezada. Al año siguiente vinieron cubanos, guatemaltecos, españoles, etc.
La nostalgia me invadió, por cuanto en ese entonces, gobernación de Cristian Moreno Panezo, la Biblioteca Departamental Carrillo Luque, tenía un presupuesto acorde a las actividades que requería y aún requiere la cultura. En ese entonces la Biblioteca departamental bajo la dirección de la doctora Mónica Morón lideraba una serie de actividades a nivel departamental que iba desde compra de libros a escritores del Cesar para dotar a todas las bibliotecas de la red con textos patrimoniales dando a conocer e impulsando la ardua labor de escribir en un medio donde no hay cultura de compra de libros.
La Biblioteca Departamental había dividido el departamento en tres nodos (Norte, Centro y Sur) cada nodo de éstos bajo la dirección de un coordinador que a su vez supervisaba a profesores y escritores que dictaban todos los sábados un taller de “Lectura recreativa y escritura creativa”, en forma continuada en todas las bibliotecas municipales del Departamento, taller que recibían más de mil niños cesarenses, para sustraerlos del clima violento y convulso de los territorios, donde según palabras del siempre recordado amigo (ya fallecido) Carlos Guevara encontrábamos que muchos niños habían involucrado en su vocabulario el mundo de la guerrilla y los paramilitares y hablaban con naturalidad de masacres, cilindro bombas, estopines y mecha lenta.
La biblioteca Carrillo Luqúez, organizaba taller de escritura dirigido a los jóvenes escritores del departamento, estos se realizaban en Valledupar y asistía una camada de jóvenes poetas, estudiantes universitarios y profesionales interesados en la escritura. La biblioteca era el tertuliadero permanente de poetas, escritores, teatreros y pintores de Valledupar y el departamento. Ahí en esas tertulias y las noches tomando café en el Parque de la Madres se intercambiaban temas, libros y poemas que mantenían el flujo cultural activo.
Ahí descubrí que Valledupar y el Cesar, en cuanto a cultura se refería, era mucho más que vallenato y acordeón, allí encontré una ebullición de talentosos jóvenes que escribían poemas, que soñaban con clepsidras detenidas exudando versos, con pintores de pupilas multicolores y de iris deslumbrados con la vista fija en horizontes pincelados de tonalidades aún desconocidas, en ese Valledupar me encontré con narradores de plumas exquisitas que escribían historias inéditas de mundos creados al interior de su burbuja de fantasía cuyos personajes pugnaban por escapar de la ficción y convivir con la realidad. En ese Valledupar había noches donde la luna se convertía en esa celestina que bajo sus plateados rayos permitía el encuentro de poetas y publico amantes del poema en lo que se llamó “Recital de Luna Llena” que se hacía en un patio de una casita de bahareque con techo de palma en ese Valle viejo.
La biblioteca perdió su presupuesto y por tanto perdió la capacidad de liderar y auspiciar estos eventos, ojalá el señor Gobernador Luis Alberto Monsalvo y la Duma Departamental miren sin prevenciones lo que se hacía en el pasado y retomen sin recelos estos programas, con ello le harían un gran bien a la cultura del Cesar y mostraríamos ante el mundo que Valledupar y el Cesar tienen un potencial cultural inexplotado y, que si bien es cierto, la música de acordeón existe es buena y valiosa culturalmente y nos conocen por ella, también es bueno que conozcan que hay algo más.
La literatura, las artes plásticas y demás manifestaciones culturales del departamento no pueden seguir ocultas, hay que rodar un poco el acordeón y la parranda y mostrar que somos más que eso.