EL GENTILICIO
En un principio, cuando el hombre dejó de ser nómada, sentó cabeza como se dice hoy de quien se casa y deja la pernicie de soltero, fue conformando gens, familias o linajes. En un principio todo era de todos según su necesidad, pero cuando se inventó la propiedad privada fue fundamental identificar a qué familia o linaje pertenecía el varón que formaba familia para efectos de la herencia. En ese principio era más importante la comunidad a la que se pertenecía que el mismo lugar donde se vivía. En un momento dado el lugar donde vivía ese grupo de gente se denominó con el nombre de la familia que lo habitaba. Así que para identificarse se empezó a nombrar a los pobladores con el nombre de pila seguido del nombre del lugar de nacimiento seguido del nombre del linaje. Los romanos lo utilizaron mucho. Por ejemplo, el emperador Augusto se llamó Gaius Octavius Turinus. (pila+lugar de nacimiento+nombre del linaje). Hoy casi es lo contrario. Es común denominar a los nacidos en un mismo lugar con un adjetivo o sustantivo que define dicho lugar de nacimiento. Es lo que se conoce como gentilicio.
La palabra gentilicio proviene del sustantivo gentilitius (latín) que a su vez proviene también de la latina palabra gens.
A hoy, el gentilicio es una palabra-carta de presentación que identifica el origen de las personas y que define la comunidad cultural de la que hace parte, pero no hay norma en español que determine como se construye, aunque los investigadores han sintetizado algunas pautas repetitivas de los pueblos para lograrlo. Una de ellas es que al nombre del lugar de nacimiento (opónimo) se le agrega uno de los tantos sufijos de gentilicios que existen: eno, ano, ense, ero, eño, edo, ejo, etc.
Darío Brooks, (BBC news, 2017) cita a lexicóloga Laura García para decir que los gentilicios se pueden dar de forma natural o genérica, aunque son tantos, que no es posible saber con exactitud porque unos sí y otros no son aceptados. Otros gentilicios hacen alusión a un pasado histórico como lusitanos, helvéticos, holmineneses. Hay unos gentilicios que son coloquiales como wicho para los de Ocaña y a veces ofensivos, como gringos para los estadounidenses. Hay gentilicios que se van haciendo para identificar a los nacidos en un pueblo con un momento cultural, como el arraigo de la música vallenata, como ha venido reemplazándose el valduparense por vallenato para los nacidos en Valledupar. Y también surgen gentilicios en reemplazo de otro por lo largo, o difícil de pronunciar.
En Aguachica se armó el gentilicio aguachiquense con el opónimo de Aguachica y el sufijo ense. Pero la ley de la costumbre ha venido reemplazándolo por morrocoyero en alusión a la tortuga morrocoy, nativa de las sabanas y bosques. Muchos afirman que es muy apropiado por cuanto este animalito es paciente y se conforma con la poca agua que le brindan sus criadores en las casas.
La era de la inmediatez de las comunicaciones ha conllevado a que todo sea corto y rápido. A las Catalinas se les rebautiza como “Catas”, por favor ya es “por fa”, de acuerdo es “ok” y hasta luego, que te vaya bien se reduce a “chao”.
Así va nuestro morrocoyero… pero se terminó el espacio y toca afrontar el tema en la próxima columna.
PRIMER RECREO: Para este lunes próximo, el MEN ordenó que los niños regresen a clases presenciales en medio de la peor crisis sanitaria que está viviendo Colombia y Aguachica en estos últimos 50 años. Además, lo hace de manera arbitraria, sin acometer el arreglo de las escuelas y colegios que fueron abandonados por el Estado en estos 16 meses de cuarentena. En Aguachica no hay un solo colegio que cumpla con las condiciones para el retorno seguro a las aulas.
SEGUNDO RECREO: Los maestros, los padres de familia, la personería municipal, los rectores, los directores, la realidad en que están los colegios gritan que por Dios no enfrenten a los niños al contagio mortal porque de seguro saldrán perdedores de ese encuentro.
Escucho que el señor alcalde se reunió con la señora secretaria de educación departamental; esperemos que haya sido fructífero su nuevo periplo por tierras vallenatas y que traiga entre su maletín los cheques que prometió la Dra. Pámela García para arreglar las sedes educativas.