Por: Diógenes Armando Pino Ávila

    Se ha puesto en boga el término “romantizar” y lo aplican en el sentido de satanizar en algo, temas sensibles en la política colombiana; cuando se habla de la llamada Revolución Cubana se dice que los mamertos han romantizado dicha revolución y que es un inminente peligro para la estabilidad económica de Colombia y sale a relucir una serie de argumentos donde con aparente experticia exponen una serie de razones por las cuales, ni por el chiras se debe asomar a Colombia tal idea, y de un solo envión ligan el tema en contra de Petro pues según palabras de ellos, él es un comunista.

    Cuando se habla de la protesta social que tiene sobre ascuas a la política tradicional colombiana, sale a flote la palabreja y de inmediato aducen que no se puede romantizar la protesta puesto que ello conduce al comunismo y al caos y que eso proviene del castro chavismo impulsado por Petro que es un comunista. Aparejado a esto se toca el tema del despertar de la juventud y la volcada a las calles de los muchachos, esos que sienten que su juventud se diluye entre las promesas falsas de gobierno y políticos y la situación real de exclusión y falta de oportunidades para esta generación que ha abierto los ojos a una realidad que nosotros los mayores toleramos y propiciamos. Cuando se toca este tema de la juventud, de inmediato los mismos con las mismas utilizan como retorica la bendita palabreja y argumentan que no se puede romantizar a los vándalos y terroristas pues ahora no son muchachos, no son jóvenes, no son la nueva generación, no son el futuro de la patria, ahora son vándalos y terroristas.

    Cuando se celebra el 20 de julio se nota cómo a través de dos siglos, en verdad sí, se ha romantizado un acta de independencia que afirmaba serle fiel al Rey y nombrar al Virrey como miembro de la junta de gobierno o lo que se gestaba como administración, sin embargo el verdadero grito de independencia, el que promulgaba el desconocimiento del Rey, que fue la Independencia de Mompox, ese lo mantienen oculto en los anaqueles de la historia y escondido al conocimiento del pueblo colombiano, convirtiéndose en conocimiento exclusivo de intelectuales y aficionados a la historia, es decir, no se romantiza.

Cuando el Congreso se levanta y aplaude protocolaria y políticamente a Duque sin importar el descredito y desaprobación tan grande que el pueblo le hace y cuando se publica el descredito y desaprobación del mismo congreso, inmediatamente tildan ello de propaganda castro chavista y sale a relucir que esa es carreta del comunista de Petro. Cuando los Verdes se tuercen para hacerle la jugadita a los Progresistas en la vicepresidencia del senado, lo soportan en que Gustavo Bolívar ofende la policía y al ejército y ha romantizado a los vándalos de La Primera Línea y que por eso le jugaron a la doble sin importar el estatuto de la oposición y la norma constitucional.

    En fin esta palabreja la usan a su acomodo para defender u atacar de acuerdo a la orilla ideológica en que se transite, la verdad, hay romantización ideológica de todas las vertientes, pues los de izquierda romantizan en forma inamovible algunos temas poniéndolos de obstáculos en cualquier negociación de unidad, convirtiendo la discusión entre los grupos de izquierda en reunión de tercos, sordos y ajenos a la inminencia del cambio que se puede lograr siempre y cuando superen los egos y asistan a las urnas con listas únicas.

   Por el otro lado la derecha romantiza el accionar del ESMAD justificando la violencia desmedida desatada indiscriminadamente contra los muchachos que protestan. Romatizan el accionar de la Fuerza Pública en cuanto justifican la violencia y los llamados Falsos Positivos. Justifican el que el gobierno sea manejado tras bambalinas y que se direccionen las acciones gubernamentales en favor de los grupos de poder.

    Ni que decir de los terratenientes sin tierra, de los propietarios de vivienda que tienen que vivir en casas arrendadas y en general de los que le temen a la expropiación sin tener que expropiarles y viven bajo el terror de que nuestro país se convierta en Venezuela, a los que no se les puede decir que no podemos convertirnos en la que ya somos, pues de inmediato lo tildan de comunista y de romatizar al castro chavismo.

Dios meta su mano.

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