Por: Diógenes Armando Pino Ávila
El pensamiento político de Gustavo Petro me parece de corte izquierdista moderado, ha proscrito de su dicho la estatización de las empresas y en general de la propiedad privada, no habla de expropiar tierras, ni viviendas ni ningún otro tipo de propiedades. Creo que su discurso está ajustado a los aires que recorren el mundo sobre la necesidad de un cambio en el modelo político. Lo siento alineado con lo que expresa Pepe Mujica cuando en una entrevista sostiene que «si por querer repartir, exprimo demasiado tengo menos que repartir» y compara la situación con algunas enfermedades que son inteligentes, esas que no matan al paciente —dice él— que si la enfermedad mata el paciente no tiene donde vivir y muere con él. Igual que Pepe Mujica le he escuchado a Petro planteamientos del mismo tenor, donde sostiene que el capital es necesario y por ende el capitalista, ya que generan riqueza que lo que hay es que equilibrar la balanza y propender, como él lo propone, que haya una redistribución de esa riqueza que genera el capital, es decir que, a los desprotegidos, a los pobres-pobres le llegue parte de esas riquezas convertidas en salud, educación, vivienda y bienestar.
Encuentro que el discurso de Petro está emparejado con el de López Obrador cuando vislumbra un cambio de relaciones con el Gigante del Norte y propone un cambio de paradigma, donde las relaciones entre nuestros pueblos y USA no sean la de Colonias y Colonizador, donde se suavice el bloqueo vergonzoso que por 62 años tienen sobre Cuba. Sostiene que a la persona puede gustarle o no la forma de gobierno de Cuba, pero que eso no obsta para entender que el bloqueo impuesto debe quitarse; incluso va más allá, propone terminar la OEA por lacaya y por estar al servicio de intereses colonialistas y en su defecto se copie el modelo de la Unión Europea de la unión de pueblos respetando sus identidades.
Petro no lo ha dicho así de claro con la sencillez de AMLO, pero en su nutrido repertorio discursivo uno encuentra muchas similitudes, las que la prensa tradicional omite para centrar el discurso solo en los puntos de referentes sacados de contexto, con el que tratan de incriminarlo y opacar su preclara visión general del país. Nunca hablan del pensamiento económico, cual es reemplazar la economía extractiva por la producción de productos sustentables, la de reemplazar la generación de energía de combustibles fósiles por la eólica o la solar. En cuanto a los social sostiene dar la Universidad gratuita y de calidad a nuestros jóvenes, que la salud sea un derecho y que se preste en forma universal a todas las capas de la sociedad de bajos recursos, que no mueran niños de hambre y que no haya pueblos con sed.
Pero no, esto lo publican los diarios tradicionales, solo machacan la idea manida del castro-chavismo, de querer volvernos como Venezuela, de expropiación y estatización, en una repetición constante como un ariete para mellar la banalizada conciencia de las gentes sin formación académica a la cual va dirigido el mensaje, para mantenerlos atados a un sistema que los oprime y excluye de los beneficios del Estado.
Petro ha caído en el juego contestatario, muy parecido a la criticidad que se practicaba en el bachillerato por allá en los años 70s donde se era contestatario contra todo lo que se dijera y que no proviniera de la corriente política a la cual el estudiante perteneciera y se daba la discusión bizantina entre izquierdistas del PCC, PCC-ML (La ecuación), MOIR, Trotskistas, Maoístas, Mecánicos (M19), Elenos, Farianos, Epelinos, grupos y demás subgrupos que se movían al seno del sistema escolar. Petro debe superar ese estadio, su inteligencia y preparación está por encima de sus adversarios. Debe ocuparse de perfilar la modernidad de su pensamiento, señalar los problemas que tiene Colombia y plantear soluciones creativas para los mismos.
Mostrar una línea coherente de pensamiento que atienda sectores concretos como el de los jóvenes, los ancianos, los desempleados, las Fuerzas Militares y de Policía, la reestructuración de la Justicia y los entes de control Procuraduría, Fiscalía, Contraloría, Defensor del Pueblo. En fin, unas líneas de pensamiento claras y audibles, entendibles por el hombre común, que los colombianos sintamos que estamos ante un líder diferente, uno de los nuestros y que se borre la idea de que es uno más de los mismos, atado al pasado. Que se logre interpretar con un pensamiento de justicia y de cara al futuro con el pueblo, con su pueblo.