Por Héctor Manuel Lozano Herrera “Pancho”
En el departamento del Cesar y nuestro municipio de Aguachica hacia futuro, deben de elegir personas que tengan liderazgo, voluntad de servicio y capacidades con visión y proyección de desarrollo. Además de generar acciones que orienten los esfuerzos colectivos hacia transformaciones sociales en el corto y mediano plazo, las cuales serán fundamentales en la construcción de valor público. Esto requiere introspección y autocrítica institucional y ciudadana, porque nos hemos equivocado lamentablemente y hoy, vemos un atraso social, económico y de productividad; en todo el departamento y en lo local, mucho más acentuado.
Es el momento de dedicarnos antes de las futuras elecciones, a escuchar y entender qué creen nuestros grupos de interés conformados por (comunidades, gremios, Ongs, la academia e instituciones) sobre el camino que debemos liderar y construir y en atención a los retos de desarrollo que enfrentamos, así como sobre aquellos temas que demandan un actuar estructural, estratégico y audaz en los próximos 20 años para Aguachica y el departamento del Cesar; los cuales requieren del liderazgo y la acción colectiva empresarial, Ongs, la academia e instituciones.
El espíritu y la estructura de esas conversaciones y diálogos buscarán profundizar en cómo podemos contribuir en la agenda de desarrollo de lo local y regional con una mirada prospectiva y planificada, en un momento de transición de la pandemia, de cierre del periodo de gobierno nacional y de procesos de elección que requieren de una ciudadanía activa y preparada para interpelar y ayudar a construir políticas, procesos y planes con visión de desarrollo de corto y mediano plazo. En ese contexto, todas las fuerzas vivas y el liderazgo local y regional deben brillar y entender su verdadero rol en el desarrollo y el papel que deben protagonizar para incidir en la construcción de futuro, desde la mirada local y regional.
Cuando se trata de una visión a corto y mediano plazo, Aguachica y el departamento del Cesar tiene desafíos estructurales, muchos conectados con la institucionalidad y una agenda nacional. Dentro de los cuales encontramos: 1) Agenda de educación enfocada en la retención escolar para lograr trayectorias académicas completas, la pertinencia y la calidad, pues solo 1 de cada 4 niños de la ruralidad que entran a grado primero termina el bachillerato en los 11 años previstos (MinEducación); 2) Competitividad, formalización y generación de empleo con énfasis en mujeres y jóvenes e inversión en emprendimiento, creatividad e innovación para acceder a mercados, en atención a contracciones sostenidas de la productividad del país de 0,2% promedio anual durante los últimos 40 años (Fedesarrollo); 3) Sostenibilidad, asociada a la mitigación de los efectos del cambio climático y el crecimiento verde. 4) Oportunidades para el sector rural, derivadas de la formalización de la propiedad de la tierra e inclusión económica y social de lo rural; y 6) Capacidades públicas para el desarrollo local y regional, que fortalezcan el diseño institucional, las finanzas públicas y la asociatividad territorial para implementar proyectos integrales y con vocación de sostenibilidad.
La capacidad institucional local y regional está rezagada y paquidérmica, es hora de fortalecer el diseño institucional desde y para las regiones. No hay respuestas estructurales del orden local y regional a los desafíos territoriales y mucho menos una visión de futuro clara, sin buenas políticas públicas y sin adecuados diseños de planes de implementación que orienten a corto, mediano y largo plazo la acción de la gestión pública, con altos estándares técnicos, que superen las expectativas y necesidades de nuestra población. No nos digamos mentiras, los planes de desarrollo (local y departamental) y las políticas públicas implementadas no cumplen con estándares técnicos de nivel óptimo en su diseño. Al no contar con políticas públicas bien diseñadas imposibilita la construcción de los problemas públicos y por tanto resolverlos en el orden local y regional lamentablemente.
Esta responsabilidad no es solo de las administraciones públicas, es también de quienes no sabemos elegir a nuestros dignatarios, por lo tanto, a futuro; miremos quien tiene la capacidad integral de mirar a corto, mediano y largo plazo y de articular múltiples visiones y tender los puentes necesarios para el trabajo conjunto con buenos diseños institucionales y constituir un propósito superior cada vez más necesario. De esta forma, seremos capaces de construir y percibir ese valor colectivo y fortalecer los modelos de gestión pública en los que los gremios, la sociedad civil organizada, la academia y las instituciones del Estado trabajen de manera coordinada en su consolidación y el bienestar de la ciudadanía. Hay Esperanzas.