Por Héctor Manuel Lozano “Pacho”

     La mala planificación, construcción y ampliación de nuestra ciudad de Aguachica, nos muestra la mala calidad de vida que se les está ofreciendo a toda la ciudadanía. Solo nos basta con mirar la calidad del entorno en que vivimos, la movilidad y el transporte, la seguridad, los servicios públicos como el agua, el acceso a alimentos nutritivos, a la educación, a los servicios de atención de salud y al empleo.

    Hoy en las ciudades se debe tener como prioridad el tema de la salud, la planificación urbana y territorial, ha adquirido un carácter multisectorial. En la actualidad resulta imperativo tener en cuenta el bienestar y los aspectos ambientales, sociales y sanitarios como determinantes prioritarios en la planificación de una ciudad. De ahí la importancia de que líderes de nuestra región cuenten con las herramientas, conocimientos y la orientación necesaria para incorporar la salud y el bienestar a los procesos de planificación. Es el momento de integrar la planificación territorial con la salud, buscando el bienestar colectivo donde las ciudades cada día se han más sanas y equitativas para un desarrollo sostenible y un enfoque integral de la salud en las decisiones relativas a distintos ámbitos, como la vivienda, el transporte, la energía, el agua y el saneamiento.

     Para que la planificación urbana y territorial produzca resultados satisfactorios, es esencial contar con profesionales de salud pública. Sus valiosos conocimientos prácticos especializados pueden ayudar a que las diferentes facetas del ordenamiento urbano y territorial, como el desarrollo económico o la planificación del transporte, aporten salud y bienestar a la población.

     La planificación urbana y territorial desempeña un papel decisivo en la promoción de la salud y el bienestar de las ciudades y las comunidades, si bien los factores que influyen en nuestra salud son múltiples y de muy distinta índole.   El urbanismo desempeña un papel primordial en la prevención de enfermedades en el siglo XXI, ya que las políticas urbanas determinan el aire que respiramos, la calidad de los espacios que utilizamos, el agua que bebemos, la forma de desplazarnos y el acceso a los alimentos y a la atención sanitaria. Las decisiones relativas a la planificación pueden generar riesgos para la salud de la población o agravar los existentes, o pueden promover entornos y estilos de vida más sanos, propiciar ciudades y sociedades saludables y resilientes.

     La salud no solo es un indicador de la calidad de la planificación urbana; también es un elemento indispensable para asegurar un desarrollo sostenible.    Situar la salud y el bienestar en el centro del proceso de planificación puede favorecer medios de vida adecuados, fomentar comunidades resilientes y dinámicas y dar voz a los grupos vulnerables, al tiempo que permite avanzar en la reducción de las desigualdades en las zonas urbanas.

    Una planificación urbana y territorial basada en la colaboración entre profesionales de salud pública y del urbanismo puede lograr que la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y la equidad en salud ocupen un lugar central en las medidas que adopte la Administración, y contribuir así a la disminución de las enfermedades transmisibles y no transmisibles.

    Las cuatro dimensiones que han de intervenir en ese proceso para favorecer la salud son: normas urbanísticas y legislativas básicas, encaminadas a evitar riesgos para la salud; códigos urbanísticos a fin de limitar los entornos que dificultan los estilos de vida saludables o agravan las desigualdades; marcos espaciales que permitan estilos de vida más saludables; y procesos de ordenamiento urbano y territorial que aprovechen los múltiples beneficios indirectos de la adopción de una perspectiva de salud.

    Se presentan cuatro categorías de puntos de entrada que facilitan la integración de la salud, como aporte y como resultado, en el diseño urbano y la planificación territorial: por el entorno (por ejemplo, los espacios públicos o los corredores de movilidad, como rutas escolares, carriles para bicicletas y posibilidades de movilidad activa); por el resultado (por ejemplo, aumentar la actividad física o mejorar el acceso a los centros de salud); por un principio (por ejemplo, reducción de los peligros viales o estrategias de adaptación a cada edad); por un sector (por ejemplo, la vivienda, la salud y la economía local).

    Es la hora y el momento de preocuparnos por la salud y el bienestar de las personas y por la equidad en salud a todos los niveles en nuestro territorio. Unamos nuestras fuerzas y voluntades para hacer realidad el ideal colectivo de hacer de Aguachica, una ciudad saludable, segura, incluyente y equitativa para todos. Hay Esperanzas.

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