Por Héctor Manuel Lozano (PANCHO).

   Actualmente estamos encontrando muchas desilusiones y desesperanzas en la comunidad universitaria, debido a que  el sistema productivo y económico en la región y en nuestro país no tienen la capacidad de absorber la creciente sobreoferta de profesionales, técnicos y tecnólogos que buscan emplearse y, por eso, al final de sus carreras terminan engrosando a los altos índices de desempleo o acaban ocupándose en actividades laborales e informales diferentes a aquellas para las cuales con mucho esfuerzo y dedicación se formaron, triste frustración.

   La educación debe transformase, nuestro sistema educativo debe ser integrador, solidario, cooperativo. …Tenemos que educar a nuestros jóvenes con liderazgo, con visión de desarrollo, seguros de sí mismos, respetuosos, resilientes, indagadores, dotados de las habilidades necesarias para adaptarse al constante cambio y transformación del mundo en que actualmente vivimos. Un papel clave que debe jugar en el desarrollo de programas en diferentes áreas del conocimiento, es el que implemente y toque la innovación y el emprendimiento.

Estamos viviendo un cambio de época, En el futuro cercano 45% de los puestos de trabajo serán reemplazados por la tecnología y, sin embargo, seguimos educando a las nuevas generaciones con los mismos métodos de hace épocas y en las mismas profesiones y oficios lamentablemente. Las instituciones de educación superior pretenden encontrar una solución a esta gran problemática limitándose al desarrollo de las tres funciones tradicionales de la educación superior: docencia, investigación y extensión, y están formando cinco años a nuestros jóvenes para ser unos desempleados muy preparados. Efectivamente, nos dedicamos a educar a los estudiantes para ser empleados, pero resulta que, de hecho, hoy, no hay suficientes puestos de trabajo para suplir la oferta que anualmente generan las instituciones educativas; se debe cambiar esa mentalidad e incentivarlos al emprendimiento, la creatividad y la innovación, no salir a buscar trabajo, salir a crear y gestionar empresa. De allí surge entonces la necesidad de incorporar el emprendimiento como una cuarta función en el proceso de educación superior, para que esa función sirva como plataforma de articulación de la formación en el ser, el saber y el hacer.

    Formar a las nuevas generaciones en emprendimiento significa enseñarles a transformar problemas en oportunidades. Significa mostrarles el camino de la autonomía económica y social, enseñarles a hacer empresa, a innovar, a soñar su proyecto de vida y a construir una ruta para hacerlo realidad. Claro, esta formación en pensamiento y acción productiva debe ir acompañada de formación humana integral. No se puede ser un buen profesional si no se es una buena persona.

    Es importante tener en cuenta, que las metodologías y programas de formación deben ser desarrollados para unir y fusionar diferentes áreas del conocimiento y hacer énfasis en la innovación, creatividad y el emprendimiento. Hoy hay suficientes ejemplos y argumentos para demostrar que, el emprendimiento bien hecho y bien direccionado con valor agregado, da excelentes resultados. Lo que sí ya sabemos es que la premisa principal para tener éxito en la innovación y emprendimiento es hacerlo. Con todos los riesgos y dificultades, la única garantía que hay es de que, si no se lanzan, la probabilidad de éxito será siempre cero. 

    Debemos hacer, que la Educación además de transformarnos y enriquecernos intelectualmente, nos ayude a triunfar, sentir y ganarnos la vida honradamente y colocar la tecnología al servicio del ser. Hay Esperanzas.

Artículo anteriorHuellitas de amor, una causa solidaria por los animales de la calle
Artículo siguienteLa cruda realidad de la malla vial en Aguachica

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí