Por Héctor Manuel Lozano. (PANCHO)
Nunca antes, se habían tenido unos índices de miseria, de pobreza, de desempleo, de inseguridad y desesperanza tan altos; La crisis actual nos muestra el desinterés por parte de las autoridades nacionales, regionales y locales y el verdadero papel que están jugando en nuestra ciudad, en el proceso de transformación humana y la función clave de desarrollar y estimular el capital humano.
Es la hora, de empezar desde las bases sociales e impulsar la transformación de esta crisis en un momento de oportunidades. Con un interés creciente sobre ellas, ya que la población aguachiquense necesita y busca unos espacios, participación y una mayor calidad de vida, nuestra ciudad debe colocar la dimensión humana como prioridad. La crisis actual que vive el mundo es un recordatorio real y directo de la necesidad de una dimensión centrada en las personas de la vida urbana y rural y de los medios de vida que ambas pueden ofrecer en armonía. Es el momento de planificar para las personas tanto en las zonas urbanas como en las rurales, y no sólo en los vínculos, y de la importancia de las personas en la construcción de los territorios.
Una ciudad es rica por su capital humano, por sus talentos humanos, por sus inteligencias, y por su capacidad de atraerlos y transmitirlos a las generaciones futuras (legado). Por eso el capital humano es también capital económico: la mayor parte de los ingresos y las rentas provendrán de la inversión en capital humano. Los recursos locales contribuyen en gran medida a nuestra identidad cultural y son fundamentales para nuestra economía, vinculando la identidad cultural y la marca en el ADN de la ciudad. El contexto actual demuestra lo crítico que es planificar la calidad de vida de los habitantes, en favor de una nueva productividad, una economía que cuide la vida humana y natural. El contexto actual demuestra el importante potencial de transformación que debe tener nuestra ciudad para un nuevo modelo de desarrollo, consumo y producción, basado en la proximidad.
El reto es ahora repensar los patrones de movilidad y trabajo en la era post-Covid19 y es una oportunidad para promover actividades culturales en armonía con el ecosistema natural local. Aguachica y su ecosistema están bien situadas para integrar la salud y el bienestar de la naturaleza y de la humanidad en todas las cuestiones de desarrollo de políticas para una transición ecológica inclusiva y justa, en el territorio. Dado que las ciudades crecen el doble cada 15 años, será fundamental abordar las crecientes vulnerabilidades y desigualdades para mantener un tejido humano resiliente en la ciudad: expansión urbana, resiliencia, acceso a los servicios básicos, entre otros.
Porque estos son nuevos tiempos, lo aceptemos o no. Habrá un mundo antes de la pandemia, y un mundo después de la pandemia. Es nuestra responsabilidad de prepararnos y apoyar a las poblaciones y a los futuros gobiernos locales, regionales y nacionales para que impulsen la transformación que tanto necesitamos y anhelamos de la manera más adecuada para nuestra gente.
De hecho, estos son los factores clave para que el desarrollo sea resiliente, inclusivo y saludable: Vínculos urbano-rurales que se abren a la proximidad con la naturaleza, y con la alimentación saludable y los recursos naturales. Los patrones de producción y consumo local de alimentos a veces todavía están directamente relacionados con la mejora de las estructuras de producción local. Una gran área de políticas impacta el territorio como la descentralización y cooperación entre municipios y regiones se convierte en un actor clave para la vida en el territorio. Áreas de integración en los principios de la democracia del mundo rural al urbano. Polos de intermediación del desarrollo en el territorio, esto permitirá una nueva lectura de los segmentos urbanos y del desarrollo regional y nacional, abriendo nuevas estrategias para inversión y desarrollo. Hay Esperanzas.