Por Óscar Hernán Pallares Ropero

¿DÓNDE ESTÁ EL MORROCOY?

     Aún está, pero pronto va a desaparecer. Así lo documenta el Instituto Humboldt (http://www.humboldt.org.co/en/noticias-2/press/item/1605-sos-de-instituto-humboldt-por-especies-mas-amenazadas-en-colombia-durante-la-cuaresma), documento base para este artículo: El morrocoy lidera el “ranking” de los 10 animales silvestres más traficados en Colombia estando en estos momentos en la lista de los animales en vías extinción. Está en esta tierra, pero puede no estar.

    La Chelonoidis carbonaria, más conocida como morrocoy es una tortuga terrestre grande, de hasta 44 centímetros, con un caparazón alto y abombado de color oscuro con escudos amarillos, naranjas o rojos. Sus patas, pintadas con manchas rojizas, carecen de dedos visibles y solo se le ven las uñas, por lo cual lucen similares a las patas de un elefante.

      El morrocoy no es endémico de Aguachica como muchos creen. Se conoce en Suramérica (Argentina, Bolivia, Brasil, Guyana, Guayana Francesa, Panamá, Paraguay, Surinam y Venezuela). Habita en Colombia en los departamentos de Antioquia, Arauca, Atlántico, Bolívar, Caquetá, Casanare, Cesar, Chocó, Córdoba, Cundinamarca, La Guajira, Magdalena, Meta, Santander, Sucre, Tolima y Vichada. Hasta en la isla de Providencia vive, pero allá fue llevado por el hombre. Cerca de Aguachica convive en la cuenca del río Magdalena, las tierras bajas secas del Caribe y la Sierra Nevada de Santa Marta en los bosques secos tropicales (como El Agüil) y matas de monte en medio de las sabanas.

     El morrocoy es un reptil de hábitos diurnos, solitario y omnívoro. Se enamora (entra en celo) preferencialmente entre abril y junio y pone sus huevos desde agosto hasta finales de año. El número de huevos de cada postura es de dos a siete. En el morrocoy  persisten dos suertes: por un lado la mala suerte de que la gente lo crea como un potenciador sexual y por eso lo están extinguiendo para consumir su carne (hubo una época en Aguachica en que los compraban o se los robaban para convertirlos en pebres en famosas francachelas); y por el otro, goza de la buena fama de que lo consideren generador de buena suerte y abundancia monetaria, además de que prolonga la vida de la gente, por eso se conserva aún en todos los solares de las casas morrocas.

    El ecosistema se afectaría de manera grave si se produce la extinción del morrocoy. El morrocoy es un limpiador del territorio por su carácter de omnívoros y carroñeros. “Es un organismo que transporta nutrientes en todos los ambientes que habita. Además, son parte fundamental de la red trófica porque hacen parte de la dieta de grandes vertebrados como los felinos” (Acosta, citado en documento citado).

     De manera que el gentilicio de morrocos del que nos orgullecemos es un homenaje a esas especies de animales que con su sola existencia garantizan la vida del ser humano como lo son el chulo y el morrocoy, naturalmente, entre otros.

     Para los morrocos del futuro, si el morrocoy desaparece de la tierra, la única posibilidad de que entiendan el origen de su gentilicio va a ser las representaciones que de él se hagan, como las fotos, los dibujos y las esculturas.

     En Aguachica hay un parque y una escultura que perpetúa el nombre y la figura del animal origen de nuestro gentilicio. Si desaparece el animal de carne, hueso y caparazón, sería una infamia que desaparecieran a la escultura existente que lo perpetua. Escultura bien diseñada, fiel figura del animalito que pernocta en nuestras casas y ya un ícono de la ciudad. Fue diseñada y elaborada en 1989 por el maestro Jorge Maestre, escultor que ha dejado su firma en muchas obras artísticas en Valledupar, siendo alcalde Israel Obregón.

    El monumento al morrocoy ya es una identidad cultural de los morrocos y es un deber de todos protegerlo de todo mal y peligro.

PRIMER RECREO: Empieza el mes de fiestas, parrandas y aglomeraciones justo cuando el mundo está protegiéndose porque la covid-19 está borbolloneando. Hay que vacunarse, usar el tapabocas, evitar aglomeraciones.   En el fondo la responsabilidad es de cada uno de nosotros, aunque las autoridades deben ejercitar políticas públicas de sanidad general.

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