
LOS ÚTILES ESCOLARES
Por Óscar Hernán Pallares Ropero
El 17 de enero se reinicia el año escolar 2022 con la presentación de los docentes, directivos y docentes. Con los estudiantes a partir del 24. Pero es a partir del jueves 13, mitad de la última semana de vacaciones, cuando empieza el cuerpo y el espíritu de muchos profesores a aceptar que el merecido recreo se acabó y llegó la hora del colegio. Otros no volverán nunca porque se fueron a vivir en otra dimensión y unos pocos cambiarán de colegio o se irán a buscar otros mundos. Por ellos y ellas a los que regresamos se nos arruga el corazón.
Cuando niño esta época era de excitación por el cambio de grado y a veces de curso, por conocer nuevos profesores, por saber qué salón nos tocaría, por el reencuentro con los compañeros y a mí me exaltaba mucho pensar en la llegada de papá con los útiles escolares.
Mi papá era alto sin ser tener que mirar hacia abajo al dirigirse a los demás, simpático; fuerte, sin generar temor, trabajador sin conocer la pereza, pobre pero para la familia había lo suficiente y necesario, callado, sin tacha judicial alguna, responsable en sus obligaciones, honrado en su actuar, muy buena gente, conservador de cuna, no de partido, pero liberal en la manera de criarnos; blanco, bronceado por el sol tórrido de la tierra morroca, de ancestros rioleros, nacido en Hacarí, N.S, y desplazado por la violencia liberal-conservadora siendo un muchacho saliendo de niño; en Loma de Corredor su familia encontró un cielo para vivir y desde ese momento morroco hasta su muerte.
Pero, sobre todo, a principio de todos los años, con su parco hablar, a través de mamá, nos decía, tan pronto empiecen la escuela no olviden pedir la lista de útiles.
En asunto de útiles escolares Aguachica era la librería de Digno Ramos y ninguna otra, que me acuerde. Por eso mi papá viajaba en la madrugada a Bucaramanga en el Copetrán de Pacho que venía desde Gamarra con la lista de todos nosotros: Álvaro, Gloria y yo. En la tarde la tarea para nosotros era esperar que apareciera con tremenda caja al hombro. No me acuerdo haberle dado las gracias. Hoy no termino de lamentarlo.
Abrir la caja con los útiles era un acontecimiento. Lápices, colores, lapiceros, borradores de nata y de tinta, block de colores y blanco, libro de religión, matemática, geometría, dibujo, historia y prehistoria, geografía, y todo cuanto abusiva y sin consideración habíamos anotado en la lista.
Mi papá era un campesino en trance de sufrir otro desplazamiento en busca de mejores oportunidades. El primero por la violencia partidista y este por el abandono del gobierno y la pobreza que azotaba la vida en el campo. No sabía leer, pero tenía claro que si nos proporcionaba las herramientas mínimas de estudio saldríamos adelante porque es probado que no hay hijos inteligentes sino bien criados, con disciplina y herramientas apropiadas de estudio.
PRIMER RECREO: Desde el 2019 el pueblo colombiano, especialmente los jóvenes, se tomaron las calles en democrática, pacífica y justa protesta en contra de los que gobiernan a Colombia en contra de sus intereses: impuestos regresivos, quiebra de la producción y el empleo nacional, desmejoramiento de la calidad de la educación, entrega de la soberanía económica mediante los TLC, gratuidad de la educación universitaria, corrupción en ascenso y de manera descarada… Unas batallas las ganó, otras las perdió, pero jamás se rindió.
En marzo y también en mayo y junio ese pueblo que se tomó las calles tiene la oportunidad de llevar la protesta a las urnas. Votar por los mismos contra quienes se protestó sería un acto de insensatez.
SEGUNDO RECREO: A pesar de las enormes dificultades por las que atraviesa Colombia, el 2022 debe ser un año de esperanza. Si así lo determina el director de El Nuevo Sur, este año seguiré escribiendo mi columna alentando a que se termine el recreo perenne en Aguachica.