Por: Diógenes Armando Pino Ávila
Este año 2022, es un año de retos, de desafíos del tamaño de las circunstancias personales y familiares, es un año donde debemos mostrar mucho cuidado, y por supuesto, debemos apelar al valor y al deseo de superar los obstáculos que desde ya se están presentando y los que se seguirán presentando en este año lleno de zozobra, pero también de esperanza.
Llama poderosamente la atención de los noticieros y demás medios de comunicación donde presentan a los funcionarios de la salud (ministro, viceministro, presidente y vicepresidente) dando partes de tranquilidad que dejan la impresión que la pandemia está superada, pero al día siguiente los mismos salen a alertar por los posibles estragos que la pandemia pueda ocasionar. De todas maneras, contrasta con lo emitido por los mismos medios, cuando se refieren a los países de la zona o los países del viejo mundo. Contrasta, lo dicho en nuestro país, con las advertencias que hace la Organización Mundial de la salud en cabeza de su director Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus y las que hace el jefe de epidemiología de la Casa Blanca Dr. Anthony Fauci. Desconciertan los discursos contradictorios de esas fuentes colombianas que deberían estar alineadas con los dos últimos.
Esta semana hemos visto las largas colas de padres de familia llevando a sus niños a vacunar, lo que me parece bien, pero lo hacen en razón a una causa que, si se quiere, se asocia a la pandemia, cual es el regreso a clases. Lo hacen venciendo sus temores que encierra la incertidumbre de lo que pueda pasar, nadie se pregunta por el estado de las instalaciones escolares, por las condiciones de salubridad de los locales educativos; nadie hace un balance real e imparcial de las obras realizadas por el Min educación para subsanar las condiciones de los colegios, nadie levanta la voz, ni periodistas, ni padres de familia, ni directivos docentes, ni docentes y mucho menos Fecode o los sindicatos; estos últimos se han aflojado ante la crítica de derecha que desde la prensa le han hecho, endilgándole acusaciones de perturbadores del orden, de adoctrinadores de la izquierda, de flojos y holgazanes, por ello han abandonado lo que es su obligación, cual es cuestionar en forma crítica e imparcial toda acción que vaya contra la educación y sobre todo contra el bienestar de los estudiantes.
Este 2022 se abre con crímenes horrendos: asesinato de un niño indígena, feminicidios, masacres, muerte de líderes sociales, el execrable crimen contra madre e hijo por parte del hijo y hermano de sus víctimas. La criminalidad disparada en la capital colombiana y en las ciudades intermedias, los grupos organizados residuales haciendo de las suyas en todo el territorio nacional, la guerrilla haciendo atentados al ejército y a la policía, reconocidos paramilitares confesando ante La JEP sus delitos y la participación de encumbrados personajes y organizaciones gremiales asociadas a los crímenes cometidos.
Este año entró con una fuerte movida política en la que hay más partidos que votantes, en las que el número de precandidatos supera a los partidos. Este 2022 ha sido el año de alianzas (Alianza de la Esperanza, Alianza de la Experiencia) y por fuera Pacto Histórico y otros pactos, grupos y partidos que se alinean en la orilla opuesta de los de las alianzas. Movidas y escaramuzas políticas de consultas y asociaciones con casos pintorescos como el del Centro Democrático que ninguno lo quiere de aliado. Año pintado de varios colores, pues desde ya en los pueblos comienza a verse las visitas de cada cuatro años, los abrazos y reconocimientos de aspirantes a cámara y senado; ya comienzan a pintar los muros con logos políticos y mensajes politiqueros, ya comienzan a llamar a los alcaldes a consultas en las capitales en un jalón de jáquima para enderezarlos y comprometerlos con los grupos dominantes.
Ya comienzan las promesas de siempre, pero nadie hace un balance de promesas incumplidas, ni de engaños y mentiras. Todos acolitan la farsa electoral en aras a mantener esta democracia, imperfecta, pero democracia al fin y al cabo. Todos queremos la paz, todos queremos que cese la guerra, todos queremos que la violencia acabe y que seamos capaces de una resiliencia que demuestre la vocación de paz de una nación tan rica como Colombia, tan rica que a pesar de que la abudinean a diario, su potencial perdura y los corruptos no han dado para acabarla.
Dios nos bendiga a todos y permita que superemos los males de la pandemia, política y corrupción y que encontremos el camino de la reconciliación.