DANA TUVO DOS VIDAS

Por Óscar Hernán Pallares Ropero

   Después de mucho agite electorero y poca motivación política, vale la pena tomarse un descanso y entrar en recreo. Por ello escribo esta vivencia personal como medio de desintoxicar el alma de tantos predicados de los mismos con las mismas cuya primera etapa culminó este domingo próximo pasado.

    Dana fue una perrita que tuvo dos vidas. Era blanca, peluda y crespa, como lo son los perros frespuder.

    Las niñas la llamaron Dana. ¿Para recordar a quién? No creo que haya sido por ello. Solo que estaba de moda llamar a las mascotas perrunas con nombres de personas como Lukas, Bartolo, Modesto, Dana.

     Dana creció con las niñas y nosotros. En casa envejeció. Con una vejez natural y tranquila propia como a la deben llegar todos los que disfrutan de cena en la mesa, techo donde pernoctar, salud para disfrutar, recreación y amor a quién dar.

    La conseguimos cachorrita para las niñas, que eran unas niñas. Cuando la bañábamos quedaba como una mota grande de algodón con ojos y cuatro patitas. Dana era una mota de algodón vestida de mota de algodón.

    Dana salía con nosotros a visitas familiares y otros eventos sociales. En una de esas visitas, mientras conversábamos en la sala, Dana hacía de florero de mesa de centro. Se hacía la dormida mientras mantenía las orejas despiertas.   Cuando la conversa ameritaba bajar la voz, con mucho disimulo levantaba la oreja como para no perderse palabra alguna de la charla. No hablaba, pero con sus ojitos expresaba sus sentimientos y quereres.

    En esas comenzó a convulsionar. Pensamos que se había atragantado y corrí a socorrerla metiéndole los dedos en la boca para extraer el objeto. Pero nada tenía. Siguió convulsionando. Tampoco respondió a los masajes sobre el pecho para que le llegaran al corazón.

    A todo correr y con las lágrimas de todos la llevamos al veterinario. En sus manos murió. Ataque fulminante al corazón, diagnóstico. No se le dio la oportunidad de fallecer de vieja.

    Ese día supe que los perros se mueren de las mismas enfermedades que sus amigos los humanos. Pero lo que no sabía era que Dana había perdido su primera vida.

    Dio la casualidad que la mamá de Dana, por la época tuvo otros cachorritos, entre ellos, una blanca, peluda y crespa, como lo son los perros frespuder. Las niñas, que ya eran adolescentes, la llamaron Dana. No Dana dos, simplemente Dana. En casa envejeció. Con una vejez natural y tranquila propia como a la que deben llegar todos los que disfrutan de cena en la mesa, techo donde pernoctar, salud para disfrutar, recreación y amor a quién dar. A Dana la vida sí le dio la oportunidad de envejecer hasta el límite de su existencia.

     Nunca se quejó a pesar de no poder ver las estrellas, caminar sin dar pasos y calmar el dolor a punta de medicación.

     El veterinario diagnosticó no proporcionarle más remedios, que no lo eran sino paliativos, y que era nuestro deber con el amor que le profesábamos a la mascota no dejarla sufrir más. Ese día aprendí que la eutanasia también era útil en los perros para vivir en la eternidad de los recuerdos. Ese día Dana se fue de la segunda vida.

PRIMER RECREO: Culminado el proceso electoral del 13 de marzo llego a la conclusión que Aguachica en elecciones siempre ha perdido. Pero puede llegar a ganar. ¡Entre todos grandes todos!

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