LA CULPA FUE DEL PAÑUELO

Por Óscar Hernán Pallares Ropero

Todo el mundo le echaba la culpa, el que más, el chofer de la volqueta. Así fue siempre hasta que todo el mundo escuchó la otra versión

     La volqueta recorría la ciudad. El ayudante dormitaba en la cabina mientras el vehículo se dirigía hacia el centro de acopio. Había sido un buen día; la gente les había facilitado el trabajo sacando abundante material. El diestro chofer la conducía lentamente porque iba con sobre carga. Saliendo del perímetro de la ciudad un parroquiano tiró un pañuelo viejo al volteo de la volqueta que pasaba por allí. Inmediatamente se escuchó un chirrido de hierros en acción. El conductor miró por el espejo retrovisor y el ayudante se restregó los ojos. Lo que vio el primero no le dejó tiempo para saber el porqué. El volteo se levantaba lentamente ante el peso del pañuelo que acababan de tirarle en la esquina de la calle.

    Cuando el ayudante y el chofer terminaron de bajarse ya el contenido de la volqueta se desparramaba en la calle mientras la gente se aglomeraba.

    La culpa fue del pañuelo, sentenció el conductor mientras organizaba la recarga de la volqueta. Veníamos lo más de bien, con sobre carga, sí, pero bien, hasta cuando lo echaron al volteo.

    No fue el pañuelo. Qué va a tener la culpa un pedazo de tela, sentenció el ayudante. La culpa la tiene el hijueputa que lo tiró, dijo con rabia.  Si el pañuelo hubiera estado limpio, el volteo no se hubiera levantado, expresó con cara de sabio, uno de los arremolinados al lado de la carga, el culpable fue el peso de mugre del pañuelo

    Cuando alguien le gritó al chofer y a su ayudante que la culpa era de ellos por haber sido tan agalludos de echarle más carga que la que aguantaba la volqueta, echaron las últimas paladas a las carreras y emprendieron el viaje.

    Así están en estos momentos los no ganadores en la contienda electoral. Las razones que algunos arguyen para la derrota pasan de infantiles, a irracionales, a evidentemente mal intencionadas hasta llegar al colmo de atentar contra el ordenamiento jurídico como mecanismo para ganar.

    Vimos y escuchamos a dos expresidentes atentando contra lo ordenado por las normas que ellos mismos sancionaron. Fue tal su desesperación por estar perdiendo el favor electoral que no les importó, ni les importa, azuzar a la gente para que desconociera los resultados de las urnas debidamente auditados por las autoridades competentes. Hasta alcaldes aparecieron en los medios de comunicación espantando a los testigos electorales de los puestos de votación.

La culpa es del pañuelo que cayó a la volqueta y no del conductor y su ayudante que la sobrecargaron.

PRIMER RECREO: Las urnas dieron el veredicto. Los mismos que le han quitado al Cesar lo que es del Cesar se hicieron elegir con el cuento de que ahora sí no se lo van a llevar.

Ya habrá otra oportunidad en mayo.

SEGUNDO RECREO: El presidente Uribe puso en la picota a 6 funcionarios del Cesar que ocupan puestos nacionales y que no hicieron nada para evitar la debacle electoral de su partido en el departamento. Ya cayó el ministro de Vivienda.

CACHADERA DE CLASES. Con resultados oficiales haremos un análisis de los resultados del 13 de marzo en Aguachica. Lo que se sabe en las esquinas es que algunos van a tener que devolver la plata que recibieron y deben recoger las promesas de votos que no cumplieron.

    Lo cierto es que Ape Cuello se consolida como el patrón electoral del departamento, la Casa Gnecco se vio a prietas para mantener a Eliécer Salazar y Cristian Moreno fue desbancado de la curul.

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