¡El PROFE WILSON VIVE, CARAJO!
Por Óscar Hernán Pallares Ropero
La última vez que lo vi y conversé con él fue días antes de las elecciones. Tanto que habla y con disfraz de uribito, le dije por molestarlo; vestido estaba de sombrero, poncho al hombro, camisa manga corta a cuadros azules y pantalón beige.
Hablamos en serio y en broma de todo y más del proceso electoral que viven los colombianos. Cerrado con Petro, terco como una mula, le dije. Alumno mío, hágame caso, me dijo, usted es muy inteligente, pero con Fajardo se le perdió. Nos reímos un rato y entrábamos a otro tema para siempre caer al mismo: los candidatos al Congreso, en esa época, y los probables a la presidencia. En ese momento los dos estábamos en lo cierto, pero perdimos en las urnas.
La primera vez que lo vi y conocí fue en un salón de clases del Campo Serrano. Yo empezaba el bachillerato y el tal vez recién llegado al colegio y a Aguachica. Creo que tenía la asignatura de matemática. No me acuerdo, pero él lo afirmaba vanagloriándose de haber sido mi profesor. La matemática que usted sabe se la enseñé yo, me decía, al saber de mi título de licenciado en matemática y física.
Era dicharachero, mentira fresca, le decía yo cuando se explayaba con sus cuentos de bravura en la Guajira, de su Urumita. Estudioso. Creo que cuando recién llegado al colegio alcanzaría a bachiller pedagógico, después se graduó de licenciado en Filosofía y Letras. Activo, bullicioso, colaborador, buen amigo, mejor compañero. Después de primero de bachillerato, creo que antes de terminarlo, no lo tuve de profesor de salón, pero siempre hablábamos y conversábamos cuando nos encontrábamos, yo como exalumno del colegio.
La segunda vez que tuve contacto y relaciones permanentes con el profesor Wilson Romero fue como mi colega cuando fungí con rector del colegio nacional José María Campo Serrano. Un temor inicial al asumir el cargo fue tener de colega y jefe a quienes fueron mis profesores. Siempre estuvo a mi lado para que la gestión como rector fuera fructífera para el colegio, la educación de Aguachica y me imagino, que para que en lo personal un alumno suyo triunfara como rector y profesor como él.
Las relaciones rector-profesor con él fueron cordiales dentro de las divergencias políticas y formas de hacer de él. Siempre me trato como rector y colega y nunca se valió del poder moral que mantiene el buen profesor sobre sus exalumnos para dirimir discusiones de tipo pedagógico, administrativos y de cualquier otro tipo, propias de un organismo grande y representativo de Aguachica como el Campo Serrano.
Allá lo veo con su risa característica y sus brillantes gracejos jugando dominó en la eternidad.
PRIMER RECREO: Aguachica sigue en recreo a la espera de encontrar un campanero que indique el camino cuando toque la campana para ponerse a trabajar.
SEGUNDO RECREO: No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Hemos venido enterándonos de las manifestaciones de inconformidad de la comunidad educativa por el abandono en que el departamento del Cesar tiene a las escuelas y colegios de su jurisdicción. En cada municipio el reclamo es el mismo: profesores, servicio de aseo, vigilantes, transporte escolar y alimentación escolar para el cien por ciento de los estudiantes.
La última noticia de la inconformidad llega de la comunidad educativa de Villa de San Andrés, corregimiento de Aguachica, que se vio en la necesidad de cerrar la vía Ocaña-Aguachica el miércoles de abril.
CACHADERA DE CLASE: Ojo con el operador del acueducto. Hay que estar alerta con las asiduas visitas de Aguas Del Cesar, contratando, orientando y organizando en Aguachica. Así como despojaron a la ESPA de la recolección de residuos sólidos, subrepticiamente y sin sonrojo, el alcalde de San Diego entregó el mismo servicio a un operador llamado Aseo Caribe. Y lo hizo a lo olímpica. Le quitó el subsidio del municipio a Emposandiego y se lo entregó a Aseo Caribe.
A propósito, ¿la ESPA ya recibiría el subsidio que por ley debe entregarle la alcaldía?