Por: Diógenes Armando Pino Ávila
En la maratónica carrera electoral para la presidencia de la Republica se ha dado, como siempre, los dimes y diretes entre los contendientes —al mejor estilo de país bananero— Colombia no ha podido romper con la costumbre de la polarización y en ese todos contra uno que se ha dado, donde todos los candidatos de ultraderecha disfrazados de derecha y todos los de derecha disfrazados de centro, unidos en una gavilla sin disimulo van contra el candidato del progresismo, todos con el argumento que es de izquierda, (si lo es), que es revolucionario, (si lo es), que es castro chavista, (no lo es), que es comunista, (no lo es), que va a expropiar, (no lo ha dicho), que es ateo, (no lo es).
En ese sentido Petro nunca ha negado su condición revolucionaria, nunca ha negado que hizo parte del M19, no ha negado que fue puesto preso, torturado y condenado por un General de la Republica. Contrario a los que tratan de esconder pasado y vínculos non santos con mafias y narcos. Total, esta polarización, como siempre se ha incentivado por los medios de comunicación que en sus páginas y franjas noticiosas de Tv atizan el fogón del fanatismo. En las redes sociales donde es difícil sustraerse de subir, memes videos, noticias, propaganda por el candidato de nuestra preferencia, participa la gente de toda condición, algunos en forma respetuosa, subiendo en su propio muro la información o desinformación que cree importante, sin meterse en el muro de los demás, tal vez entre amigos se dé un cruce de comentarios en esa mamadera de gallo tan común a nuestro arraigo, pero no pasa de ahí, del chiste, el gracejo y el intercambio graciosos de información entre amistades.
Sin embargo, hay, y es la generalidad, que utiliza las redes para ofender y ultrajar, al contrario, verdaderas jaurías que atacan sin piedad a quien osa poner un comentario en los artículos de prensa que publican. Ahí comienza la duda de la inteligencia humana, si superamos ese estadio de ser salvaje que se dio en el hombre primitivo en los albores de la prehistoria donde el hombre escalaba estadios de inteligencia con el uso del fuego, la ingesta de alimentos cocinados, la postura eréctil, la transformación de su mano y su dedo prensil, la talla de la piedra, la fundición de metales, es decir, cuando dejó de comportarse y organizarse en hordas y asumir su condición de humano, al punto de inventar sistemas de escrituras que dio el paso de la prehistoria a la historia.
Sin embargo, y hay que decirlo, se dan casos de mesura y ponderación en la conversación sobre este tema. Un amigo me hacía un comentario, de una conversación que escuchó entre personas sensatas y de juicio aplomado, que siendo de diferentes corrientes de opinión política, hablaban de la campaña electoral, el amigo escuchó que un simpatizante de Fico decía que su candidato llenaba plazas, que en Bucaramanga y en Valledupar el lleno fue mayor que el de Petro, uno de los contertulios expresó: «Es probable que así sea, pero hay que tener en cuenta las denuncias ciudadanas, sobre pago en dinero por asistir, entrega de mercados y otras cosas», otro acotó: «no podemos desconocer que la maquinaria tiene poder, y que el constreñimiento a los empleados por parte de empresarios también pesa», uno de ellos en tono mesurado subrayó: «Es cierto que Fico llena plazas, ni más faltaba que no lo hiciera, lo que hay que observar es cómo, cuándo, dónde, y en qué proporción. Poner en balanza las dos campañas en plaza, así: Fico llena plaza en Valledupar, tres días después en Bucaramanga, mientras que Petro en el mismo día está con plaza llena en Cartagena en la mañana, en la tarde del mismo día está en Cereté, Momil, y otros pueblos con las plazas llenas desde temprano con la gente esperando que llegue él».
Esa conversación escuchada y contada por mi amigo me da a entender que mientras Fico llena una Plaza, Petro en el mismo día llena dos y tres y que al mismo tiempo Francia hace lo mismo en otros pueblos y ciudades y sus asesores hacen reuniones en diferentes ciudades y pueblos de la geografía colombiana. Me decía mi amigo que, si Fico alcanza a sacar la mitad de la votación que ponga Petro en esta primera vuelta hay que quitarse el sombrero ante él ya que se está enfrentando al fenómeno político y de liderazgo de los últimos tiempos en Colombia.
De todas maneras, la suerte está echada y que gane el mejor. Que gane quien gane, pero que lo haga limpiamente, será el presidente de todos los colombianos y por tanto debe atender el clamor generalizado de paz y no corrupción.