Por: Diógenes Armando Pino Ávila
Las pasadas elecciones, se hicieron dentro de un clima de calma y normalidad, muy a pesar de la llamada “polarización”, como la llaman los medios tradicionales, que no es otra cosa que las posiciones de dos partes. Hay que aclarar que en la primera vuelta no podía haber polarización por cuanto había un numero de ocho candidatos y cuando se habla de polarización solo debe haber dos partes, es decir no puede haber ocho polos en un mismo caso, solo hay opiniones diversas y encontradas.
Lo que sí se veía eran dos tendencias, una la del ala tradicional de la ultraderecha recalcitrante que apoyaba a su candidato FICO y aupaba a sus huestes en contra de Petro, y otras tendencias moderadas de pensamiento liberal, en el buen sentido de la palabra, que estaban trabajando, cada una a su manera por captar votos de opinión en favor de Petro y otros en favor del Ingeniero Rodolfo Hernández. Sin embargo, había otras tendencias con menos ruidos, como la de Fajardo que venía desinflada desde las elecciones anteriores, donde prefirió observar ballenas y no el futuro del país. Otras, como la de Ingrid y otros no sonaban por ningún lado y por vergüenza Ingrid y Pérez se bajaron del bus después de haber realizado turismo electoral por todo el país con los dineros de los colombianos. En cambio, otros, en su esgrimiendo siguieron destilando bilis corrosiva toda la campaña, en contra de Petro. Estos últimos llegaron a la final, con unos resultados irrisorios, no llegando ni en sueños a acercarse al umbral. No sé qué sanción contempla el código electoral contra la bufonería de estos.
La realidad electoral fue la siguiente: Petro 8.527.768 votos, Rodolfo Hernández 5.953.209 votos, Federico Gutiérrez 5.058.010 votos, Fajardo 888.585 votos, Jhon Milton 274.250 y Gómez 50.539 votos, no cuento a los demás porque renunciaron a su aspiración antes de la quema, es decir, avizoraron la paliza que se les venía encima. Detengámonos un poco en las cifras: Petro le sacó una ventaja de 2.574.559 votos por encima de la votación del Ingeniero, mientras que a Fico lo superó por 3.469.758 votos, no mencionemos a Fajardo y los demás, pues para ilustración con esto basta.
Ante esos resultados uno se pregunta, ¿cuál es la bulla de la ultraderecha y de los Medios tradicionales que están magnificando la votación de Rodolfo? Y la respuesta en sencilla, tratan de opacar y de invisibilizar la tremenda diferencia que Petro le sacó a Fico y al mismo Rodolfo, que no fue una bicoca, fue una diferencia por encima de más de dos millones de votos. Ahora ¿cuál es la intensión profunda de esta negación? No es otra que preparar el terreno para convencer las mentes débiles de que Petro no puede ganar, esto lo acompañan, con entrevistas y versiones a los perdedores donde adhieren a Rodolfo, como si el hecho de que Fico hiciera la voltereta más rápida en cuanto a lo político se ha visto, significara que quienes votaron por él fueran trapecistas a su estilo volteándose en esa contorsión peligrosa.
El caso, que llama la atención es el de los simpatizantes de Petro, que, por haber apostado a ganar en primera vuelta, metieron todas sus ganas, pero como no se pudo en primera creen que se perdió, es decir, no ven los resultados tan efectivos y altos de su esfuerzo. Petro ganó y ganó por alto margen, ahora que no salió electo en la primera no significa que perdió. El hecho es que ganó y ganó bien a pesar de esa gavilla aparente de todos contra todos. Lo claro es que la ultraderecha perdió, el pueblo colombiano en su mayoría votó contra la corrupción y la violencia, veamos las cifras, si sumamos los votos de Petro, los de Rodolfo y los de Fajardo vemos claramente que se votó en contra de Uribe y su camada: fueron sumados 15.369.562 colombianos que dijeron ¡Ya no más!, contra los 5.058.010 de Fico, es decir de la ultraderecha uribista, lo cual matemáticamente quiere decir que superamos a esa vieja camarilla por más de 10.311.552 votos.
Las cifras anteriores nos dan a entender con claridad meridiana que nos mamamos de los corruptos, que el pueblo colombiano dice no más de los mismos con las mismas. Que hay que trabajar para conseguir el millón y medio de votos que faltan para llegar a tomar el poder por la vía electoral, como un país donde la civilidad quiere volver; esta idea no es descabellada, pues el errático programa de Rodolfo está lleno de contradicciones e incoherencias, que él solo sentido común de una persona con un nivel bajo de estudio puede detectar, además los escándalos, tras escándalos que se destapan a diario sobre el ingeniero muestran a las claras que no es confiable depositar el voto en favor de éste señor. ¡Colombia necesita un cambio! ¡Colombia reclama un cambio!