Por: Diógenes Armando Pino Ávila
En el caos que vive Colombia, unir al país político parecía misión imposible, tuvo que llegar un ex guerrillero del M19 y ganarse una primera y una segunda vuelta presidencial con la mayor votación de la historia electoral de Colombia, tuvo que llegar un ex guerrillero como presidente electo, todavía sin posicionarse y Colombia entera ha cambiado su forma de pensar.
Si, Colombia entera empieza a ver el mundo de otra manera, parece que se descorren los luctuosos cortinajes de muerte y desolación, y rayos luminosos de esperanza de un mejor futuro comienzan a iluminar el panorama de desesperanza y tristeza que desde más de cincuenta años se cierne sobre nuestra patria. Se inician los albores de un nuevo amanecer de paz y esperanza para el pueblo sufrido, clarea el alba de una nueva patria donde los colombianos podamos conversar civilizadamente sin ofendernos ni asesinarnos. Hay un clamor de unidad, de hermandad que obliga a los odiadores profesionales, esos que desde siempre se han enquistado en el poder político y que como rémoras almorzaban del banquete presupuestal, a dialogar, a conversar, a mirar los nadies, ya no como utilitaria del circo electoral, sino como seres humanos con derechos a una vida digna.
Los partidos políticos, esas instituciones obsoletas, etiquetadas y escrituradas bajo apellidos de pedigrí de perros de raza, ya no serán más lo que fueron, sus jefes y caudillos tendrán que endosar parte de su vocería a senadores y representantes, los que se vendían al mejor postor y que hipotecaban sus conciencias por un aval y la financiación, por fin tendrán voz, voz propia si es que tienen los arrestos para apartarse del libreto escrito y establecido por el dueño del partido o grupo. Voz para seguir el ritmo y aprobar a conciencia las nuevas propuestas, los proyectos, normas y leyes que requiere con urgencia esta Colombia nueva.
Es necesario que todos los senadores y representantes se junten, y unidos ante la divergencia, busquen puntos comunes para salvar a Colombia, se requiere el concurso de todos, congresistas, políticos, empresarios, obreros, campesinos, gremios de todas las actividades económicas, profesores, estudiantes, mujeres, padres, hijos, en fin, todos los colombianos cabemos y somos llamados a coadyubar la formación de esta nueva patria que se merecen los jóvenes y nuestros hijos y nietos.
No debe asombrarnos que los antagonistas de antes se sienten a dialogar, que Fajardo hable con Petro, que Vargas Lleras dialogue, que Gaviria pacte, que Rodolfo lo haga, que Uribe dialogue y plantee sus puntos de vista, que Santos y Samper como liberales y de mente amplia lo hagan, es necesario el concurso de todos. Tal vez lo que fastidia a algunos sectores, es que sea Petro el que propicie el dialogo y que lo haga como presidente electo, se entienden los celos y los resabios de los que siempre han ostentado el poder como los Alzate, los Gómez y los Pastranas, se entiende que la medianía de Fico, la Cabal, Paloma, Mejía y otros que se me escapan, la estatura no les alcance, para comprender el momento histórico que vivimos, espero que los renuentes, andando el tiempo lo entenderán.
No debe extrañarnos que sea Petro el que propicie esta apertura democrática en este país y que sea el que tienda la invitación y la mano a todos los sectores, incluyendo a los más recalcitrantes, digo que no es extraño por cuanto Petro en su formación como militante del M19 se nutrió de unos conceptos que diferían a los de las guerrillas tradicionales, del ELN y la FARC, en su paso por el Eme Petro tuvo un aprendizaje de pensamiento bolivariano (en el buen sentido de la palabra), de un nacionalismo moderado y del respeto por la propiedad privada y los medios de producción, sin que ello se opusiera a la defensa de los pobres, excluidos y los nadies, no en vano el samario Jaime Bateman Cayón preconizaba unos conceptos revolucionarios que rompían los esquemas de la izquierda armada y que sostenía que Colombia se llenaba de paz mediante un “sancocho nacional”.
Eso es precisamente a lo que Petro ha invitado a “un sancocho nacional” en cuya mesa cabemos todos, para reconstruir y refundar verdaderamente este bello pedazo de Latinoamérica donde tuvimos el honor de nacer. No podemos ser inferior al momento histórico, seamos protagonistas y no meros espectadores de este nuevo amanecer que es la Colombia que soñamos, y que nuestra patria deje de ser el triste moridero en que la han convertido y renazca como el ave Fénix de sus cenizas y sea de aquí en adelante el alegre nacedero que nos merecemos.
Viva Colombia.