Por: Diógenes Armando Pino Ávila
Acostumbrados a una retórica oficial, llena de sitios comunes y frases de cajón, en ese lenguaje diplomático y artificial, donde al caucho se le dice elástico y al bandido le llaman «Su Excelencia»; llega a La ONU, un presidente latinoamericano, progresista, exguerrillero, a decir un discurso. Los líderes mundiales están atentos, expectantes, con el sarcasmo a flor de piel, esperando la disertación sobre la magia del número siete y la genial coincidencia de los «siete enanitos de Blanca Nieves» o «los siete colores del arcoíris», tal vez en esta ocasión haya variación discursiva y la temática sea la genialidad de «Pluto», el puto perro que se burla del mundo.
¡Vaya sorpresa! Llega el presidente Petro desde Colombia un país de “belleza ensangrentada” y les larga una pieza de antología retórica de paz, Medio Ambiente, lucha contra el narcotráfico, cambio climático, economía reconciliada con el medio ambiente y la corresponsabilidad del mundo entero de salvar al planeta. Una pieza retórica digna de quien se perfila no solo como líder latinoamericano, sino que, en su talante y capacidad intelectual y claridad de estadista, se perfila como un líder a sentarse en silla especial en cualquier conferencia mundial sobre temas de impacto global.
El discurso de Petro pasará a la antología que cualquier editor haga sobre los mejores discursos dichos en foros mundiales y servirá de cita puntual en tesis, trabajos investigativos, artículos y libros académicos, sobre temas de impacto global, tendrá defensores y detractores. Lo que sí está claro es que aquí en Colombia, el presidente Duque nos había acostumbrado a su retórica cantinflesca que avergonzaba la inteligencia colombiana, más, sin embargo, a pesar de su banalidad y sin sentido, daba para sacar a flote el humor caustico de caricaturistas como Matador, Pepo o Bacteria y generaba artículos llenos de hilaridad de los Danieles y criticas sesudas de columnistas renombrados, y ni se diga, la cantidad de memes que se viralizaban en las redes sociales.
El discurso del presidente Petro rompe el molde y pone a pensar seriamente, no solo a los líderes mundiales, sino que en nuestra patria genera, como siempre, interesantes discusiones académicas sobre temas de vieja data en la historia del país y propicia lecturas para ponernos al día sobre temas ambientales y económicos como el caso del «decrecimiento» propuesto por la Ministra de Minas, que fue tomado a la burla por la derecha, pero cuyo efecto fue demoledor en contra de sus críticos al dejar al descubierto que se burlaban de un tema que no conocían y que jamás habían leído u oído mencionar.
Este discurso ha puesto en calzas prietas a los críticos opositores, pues hacen ingentes esfuerzos, por encontrar fisuras por donde atacarlo, y cuando lo hacen, se nota el talante de amargura al no dar la talla de Petro así usen los zancos que las revistas y medios les facilitan para hacer propaganda en contra del nuevo gobierno. Cuando el ciudadano se detiene a analizar la crítica realizada, se decepciona al ver la mentalidad pigmea de quienes piensan con el hígado y leen con el estómago, tratando de ridiculizar o desvirtuar verdades de a puño que tratan de ocultar para mantener aletargado a un país que recién comienza a despertar y a desperezarse políticamente, sacudiendo las liendres de los políticos que tenían a Colombia como su fuente particular de riqueza.
Se asombra el ciudadano al escuchar razonamientos vacuos de senadores, representantes y líderes políticos tradicionales que, ante los temas de actualidad planteados por el nuevo gobierno, tratan de analizarlos con una óptica retardataria, con atrasos conceptuales de veinte o treinta años. Se nota de lejos el descuido en su preparación intelectual y su abandono en la lectura, a tal punto que queda en evidencia ante el pueblo en general su falta de preparación y sus diminutas estaturas intelectuales ante la preparación y basta lectura de Petro y su equipo de gobierno.
Es tal la diferencia entre el gobierno anterior y este que el país entero participa en sana discusión sobre los temas de actualidad; esto naturalmente conllevará a cultivar la mentalidad de un ciudadano crítico y por tanto cuidadoso al asumir su futuro deber ciudadano, escogiendo y votando por individuos probos y de una mayor capacidad intelectual a la media en que nos tenían acostumbrados.
¡Colombia va por buen camino!