Por: Diógenes Armando Pino Ávila
En el lenguaje coloquial del campesino de algunas regiones del país, cuando expresa «se dio en la mula» se refieren a «en la cabeza», «en el cráneo» y cuando se hace en la extensión «un tiro en la mula y pa’l río” que lo hizo una “dama” de cuyo nombre no me quiero acordar, dicha expresión traduce «un tiro en la cabeza (tiro de gracia) y «tiren el cadáver al río» (desaparézcanlo), práctica común dentro de la perversa degradación de la guerra política colombiana. Esas palabras se convierten en una sentencia de muerte pues cualquier desadaptado las toma como directriz para dar rienda suelta a su sed de sangre y exterminio.
“La dama” de marras con esas ínfulas supremacistas, tipo KKK gringo en esta expresión se refería en palabras de ella, eso sí, en lenguaje inclusivo a «los “comunistos” y comunistas», indicando que deberían darle un tiro en la cabeza y tirarlos al río para desaparecer el cadáver, se ve que la señora conoce la práctica de desaparición más utilizada en Colombia y no contenta con ello, en su mensaje de odios, afina su torpe discurso en contra de los afrodescendientes tratándoles de simios y endilgándole ser autores de robos y otros crímenes.
La señora con cara transfigurada por el odio y la amargura, emite a raudos borbotones, un torrente de sandeces que dichas en cualquier contexto son repudiables bajo todo punto de vista, incluso de no ser por lo peligroso de su expresión, podía tomarse como un chiste de la estupidez humana. que lleva a preguntarse con sorna: ¿y este es el pensamiento de quienes se creen personas de bien?, la dama está tratando de imitar el talante soberbio de una senadora que a cada rato muestra su estúpida postura ofensiva, contra los afrocolombianos, los indígenas, campesinos y de personas que no gozan de los privilegios que gozan los que pueden vivir sin trabajar y sin que les llamen vagos.
Este desafortunado episodio, muestra claramente como ha calado en el sentimiento de quienes se sienten “más por tener más”, lo que exacerba los odios y el clima de confrontación entre los colombianos y cierne peligrosamente sobre este país de “belleza ensangrentada” la perpetuidad de una guerra sin sentido que el nuevo gobierno quiere terminar en forma total. Creo, si estoy equivocado me perdonan, que la expresión emitida por “la doña” puede obedecer a: 1) pertenece a una familia de nuevos ricos y ella quiere imitar a los que cree sus pares y que ve en las entrevistas de los noticieros, espetando insultos a quienes piensen diferente. 2) Hace parte de la servidumbre de alguna casa de gente con fortuna y que, por los largos años de su servidumbre y su lealtad con sus amos, le regalan las prendas, abalorios y vestidos en desuso y pasados de moda de su patrona y la llevaron a la marcha y quiso congraciarse o lucir ante el público una condición social supuesta en un arribismo ridículo que desdice mucho de ella y sus amos.
Ahora bien, aparte de la ignorancia de “la señora” se hace necesario poner el foco en actos de incitación a la violencia, pues si bien, “la doña” no lanzó una molotov ni un peñasco a la policía, creo que su expresión es mucho más peligrosa, pues apunta, no a romper una vitrina sino a romper la ya bastante maltrecha paz y tranquilidad de un país cansado de la guerra, la muerte, la corrupción y la ruina; también, es necesario fijarse en las expresiones discriminatorias y racistas lanzadas por esta mestiza de piel lavada, que se cree descendiente de blancos “pura sangre” hechos a imagen y semejanza de ese dios del Medioevo que protegía a monarquías absolutistas y nobleza con privilegios.
Es bueno prender las alarmas oficiales y endurecer las penas y acciones contra estos actos de discriminación e incitación a la violencia, pues hay desadaptados e ignorantes que pueden tomar como propio estos pensamientos y actuar en consecuencia a dicha estupidez. Las autoridades pertinentes deben buscar, encontrar y sancionar ejemplarmente a las personas que siguen el mal ejemplo de algunas senadoras, líderes de ultraderecha, exmilitares y otros personajes que se creen en la cumbre de la humanidad, y por tanto se abrogan el derecho, a discriminar y maltratar a quienes no tienen su color de piel o la fortuna que ellos poseen. Mucho cuidado con los «Ajúas» porque promueven la violencia.
No hay nada más peligroso que un ignorante con poder y un estúpido armado.