Por: Diógenes Armando Pino Ávila

    Quiero despedir el año en esta columna con un tema que me apasiona: la pedagogía. Hoy trataré aspectos comunes de los colegios de provincia, primero que toda consignemos la manera como el Ministerio de Educación Nacional define la educación, diciendo: “En Colombia la educación se define como un proceso de formación permanente, personal cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes”.

    A partir de lo anterior, el ministerio clarifica como está conformado nuestro sistema educativo y lo hace enunciando lo siguiente: “El sistema educativo colombiano lo conforman: la educación inicial, la educación preescolar, la educación básica (primaria cinco grados y secundaria cuatro grados), la educación media (dos grados y culmina con el título de bachiller), y la educación superior”.

     Miremos ahora que dice el ministerio sobre la educación Media: «La Educación Media es el nivel educacional que atiende a la población escolar que haya finalizado el nivel de educación básica y tiene por finalidad procurar que cada alumno expanda y profundice su formación general y desarrolle los conocimientos, habilidades y actitudes que le permitan ejercer una ciudadanía activa e integrarse a la sociedad (Ley General de Educación, artículo N° 20)»

      Vista, así las cosas, me aventuro a sostener que la Educación Media es una especie de educación bisagra que se mueve desde lo básico hacia lo superior, es decir recibe al joven de la básica secundaria y debe prepararlo, bien para la vida a vincularse al mercado laboral vendiendo su fuerza de trabajo o dejarlos a punto para continuar su proceso formativo de la educación profesional donde se formará como técnico, tecnólogo o profesional de acuerdo a la formación que escoja.

     Quiere decir, que en este punto se debe hacer una exploración vocacional que indague, que analice las potencialidades del estudiante, sus debilidades y fortalezas y le muestre, le oriente en un abanico de posibilidades que le ayude a hacer su elección del saber de su formación futura. No es decirle que debe estudiar cómo es la costumbre, es mostrarle un menú de oficios, profesiones acordes a sus capacidades, pero que sea el mismo joven el que decida, el que elija lo que desea ser.

    Ante tremenda responsabilidad del colegio y por supuesto de los educadores, es necesario ajustar la práctica docente a estos requerimientos, quiere decir que hay que alistar a los jóvenes para la vida, para la universidad, para ello se requiere que como educadores olvidemos la practica tradicional de la educación e induzcamos al estudiante hacia la practica educativa de la Universidad, claro está con una gradualidad que les permita concebir desde el grado décimo que inicia un nuevo proceso, esto implica que el maestro deje de ser el “dictador de clases” y se convierta en guía, en tutor, en un asesor que explica y orienta al estudiantado a tomar notas a apropiarse responsablemente del conocimiento, que distinga qué es información y que es conocimiento de un tema, que aprenda a desplegar indagación en textos y medios digitales, que sea capaz de entrevistar una fuente viva, que contraste la información recibida desde diferentes fuentes, que no se case con un solo concepto, que dude y ante la duda se cuestione y profundice en la indagación.

     Como docentes de la Educación Media, debemos exigir el trabajo escrito con la aplicación de las normas APA y que no nos tiemble el pulso para decir con franqueza si el trabajo es bueno, regular o malo, aconsejar al estudiante sobre lo oportuno y necesario de abandonar los rasgos de mediocridad que a veces se presentan en este nivel, donde el plagio y la copialina es el pan diario de cada clase. Adiestrar al estudiante sobre la exposición de temas, para que pierda el miedo escénico que generalmente aqueja a los jóvenes en esta edad y esto se logra es preparando su capacidad de formarse conceptos propios y la necesidad de comunicar su propia opinión.

     Que nosotros como educadores comprendamos la diferencia entre el que nos respeten o nos teman y seamos capaces de escoger el respeto dialogado y no el temor impositivo; ser capaces de diferenciar, también, lo que es “calificar” en contraposición a “evaluar”, teniendo claro que el primer término es cuantitativo y como una fotografía representa un momento del proceso, mientras que evaluar tiene la connotación de seguimiento del proceso, de conocer el entorno socio económico donde se desenvuelve el estudiante, sus problemas de edad, que implican sus conflictos emocionales, sentimentales, de rebeldía y problemas familiares, ello hace que la calificación no sea relevante y que la evaluación debe primar e incluso modificar la nota de la calificación, es decir, una calificación baja está sujeta a ser corregida o variada por el criterio evaluativo que realice el educador.

     En fin que el estudiante entienda que ya no tendrá director de grado protector que lo pechiche y que pueda entender que es sujeto a critica por parte del educador y, sobre todo, que ya es o está cerca a ser un adulto joven y que su actitud y comportamiento debe estar acorde a esa etapa de la vida que debe enfrentar en ese futuro próximo que lo espera, teniendo claro que la vida es a veces diferente a lo que se cree, que ésta puede ser una etapa feliz y afortunada o una lucha en la cual hay que sacar las fuerzas necesarias para no rendirse.

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