
Por Óscar Hernán Pallares Ropero
YO NO OLVIDO EL AÑO VIEJO PORQUE DEL NUEVO NADA ESPERO
Yo no olvido el año viejo/porque me ha dejao cosas muy buenas/me dejo una chiva, /una burra negra, / una yegua blanca/y una buena suegra.
Con estas estrofas muy pegajosas y ya patrimonio musical colombiano casi todos despedimos el año nuevo. Premonitoriamente Crescencio Salcedo nos pone a cantar cada 31 de diciembre que no olvidemos el año que se va, porque a pesar de lo malo que fue, será mejor que el año que vendrá.
¿Cómo terminó el año viejo? Con un nuevo gobierno nacional elegido con muchas esperanzas y uno municipal con las esperanzas en él en desesperanza.
A Crescencio Salcedo le dejó una chiva, una yegua y una burra. Es inescrutable por qué el año que se fue ni uno macho le obsequió. A los colombianos les dejó una reforma tributaria que esculcará los bolsillos de los pobres; alza mensual de la gasolina, amenazas a la planta docente; propuestas de no nombramiento de profesores para la zona rural ni siquiera por contrato provisional; escandaloso costo de la vida; el reparto del poder entre los mismos con las mismas; también cosas buenas como las de Crescencio Salcedo: el restablecimiento de relaciones comerciales con Venezuela; el inicio de conversaciones tendientes a proseguir la tarea de búsqueda de la paz. Unas por otras, dirá el resignado pensador.
A los morrocos el año viejo les donó agua con más regularidad en tiempo de lluvia; construcción de la prolongación de la avenida Campo Serrano; proyecto del Concejo Municipal para electrificar algunas veredas de la parte alta del municipio; también retornó las fotomultas recargadas, las calles craterizadas, los colegios sin atención gubernamental, el espacio público privatizado, el bosque El Agüil parcelado, el servicio de transporte colectivo público desterrado, el parque san Antonio con un doble en la carrera 10 con calle 5,
Mucha cosa buena le dejó el año viejo a Aguachica, pero nos trasladó muchos lastres que presagian que el nuevo año no va a ser mejor. Pero con la sabiduría, la tenacidad y el trabajo honesto, los habitantes de esta próspera región saldremos adelante.
PRIMER RECREO: Cuando llueve siempre hay agua.
SEGUNDO RECREO: Con sentimientos de pesar la comunidad aguachiquense lamentó la muerte del señor obispo monseñor Luis Gabriel Romero. A propósito de ello hay que recordar que él era el obispo de la diócesis de Ocaña y no de la ciudad de Ocaña.