SI QUIERE SABER DE AGUACHICA, VAYA A VALLEDUPA

Por Óscar Hernán Pallares Ropero

Visitar a Valledupar es un buen plan. Es una ciudad pujante, moderna, arborizada, con todos los servicios. Me gusta ir a Valledupar.

El único obstáculo es la distancia desde Aguachica. Más de siete horas en bus. Hace unos años, en cuatro horas estaba uno allá. Los trancones son monumentales.

      Pero uno como funcionario público tiene otro aliciente para visitar a la capital mundial del vallenato. Para saber de Aguachica no hay como ir a Valledupar. Allá se entera uno de lo que piensa la autoridad morroca de sus rectores y de los colegios, que se caigan, eso no es de mi responsabilidad, les responde a los funcionarios; sin preguntar, conoce uno los andares de los políticos en busca de la tula vallenata ofreciendo votos que no tienen; sabe uno en los pasillos de la gobernación o la secretaría de educación, quienes tienen el apoyo de quién y a quienes se lo quitaron y por qué para la gobernación; allá casi le cantan a uno quienes van a ser los candidatos a las alcaldías. En fin, quien quiera enterarse del movimiento electoral en cada municipio, viaje a Valledupar y siéntese a la entrada de la gobernación bajo el palo de caucho que sombra da para todos.

     En Valledupar, en gestión por la secretaría de educación y la gobernación del Cesar, tuve la oportunidad de visitar dos obras monumentales que construye la gobernación. Una es la construcción de tres colegios, demoliendo los existentes y la otra es la construcción de un bosque tropical seco que interconecta a los colegios en construcción.

     Son dos obras que me tocaron las fibras de mi ser como persona y docente. Visité las obras del nuevo colegio Alfonso López. Ellas se están invirtiendo cuarenta y tres mil millones de pesos. Es un colegio con todos los juguetes: modernos salones, auditorios, canchas deportivas, restaurante, espacios para bellas artes… Valledupar se lo merece, los niños de la capital del Cesar lo necesitan, la calidad de la educación lo requiere. Mientras me dejaba llevar por la imaginación del espectacular colegio que sería el Alfonso López de Valledupar una vez lo terminen no dejó de llenarme de sentimientos contradictorios pensar en nuestra escuela Alfonso López de Aguachica. Treinta meses permaneció cerrada, sin doliente con poder que la socorrieran; los niños ubicados en cambuches y los profesores en pésimas condiciones para laboral.

     La otra obra en desarrollo en Valledupar por parte de la gobernación es la construcción del Bosque Seco Tropical en pleno centro de la ciudad. Donde no lo hay se construye, como debe ser. El contraste con Aguachica donde tenemos un Bosque natural, hecho por la naturaleza, con todas las de la ley, agua, fauna, flora, bosque y por negligencia o interés del voto de los políticos que han administrado a Aguachica lo están convirtiendo en una urbanización.

PRIMER RECREO: Con la situación extrema por la que atraviesa la tierra del morrocoy sumada a la instabilidad política y económica nacional, llama la atención la facilidad irresponsable con que saltan al agua los patos que quieren ser alcalde. No aprenden de los fracasos de algunos que creyeron que ser alcalde es pan comido.

SEGUNDO RECREO: La tormenta que se batió por Aguachica este miércoles pasado en la tarde tumbó un gran árbol que cayó sobre un salón de primaria destruyendo totalmente el techo en la escuela Alfonso López; así mismo se obstruyó y destruyó la zona de desagüe del bloque de salones del 10 al 5, causándole inundaciones a los mismos. Sin el apoyo de la autoridad municipal y departamental, difícilmente se podrán sostener estas sedes ya que los recursos no alcanzan sino para parar lo que la naturaleza destruye, los ladrones se hurtan y el uso obliga.

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