¿PARA QUÉ ES UN ASESOR?

Por Óscar Hernán Pallares Ropero

    En términos generales, un asesor tiene como función principal brindar apoyo profesional al asesorado en la toma oportuna de decisiones. Se encarga de todo lo relacionado con los recursos (internos y externos) que pueden afectar al funcionamiento de la entidad, tanto en su estructura y definición, como en su correcto funcionamiento. Debe tener un amplio conocimiento de todo aquello inherente a la administración en el área de su especialidad, porque un asesor no puede asesorar en todo.

   Un asesor no sólo orienta cómo tomar decisiones, sino que hará ver al asesorado la «letra pequeña» en cada paso que vaya a dar. Cuando se habla de letra pequeña no se refiere a su tamaño sino, principalmente, a su contenido y consecuencias.

     En administración pública la importancia del asesor se puede comparar con la del asesorado, pero sin las responsabilidades disciplinarias, administrativas, fiscales y penales de este. Pero no faltan gobernantes que se las tiran de sabelotodo.

     Existen con poca experiencia y mucho ego y se convencen que, por tener algunos conocimientos, saber firmar y ser el titular del cargo es suficiente. Además, creen que con esto se ahorran el gasto de las asesorías. Por otro lado, muchos, teniendo asesores, primero hacen y luego los consultan, pero para que los saquen del embrollo por no haber hecho las cosas bien.

Por lo visto, un asesor no es para que alcahueteé al asesorado; tampoco para que le diga a todo que sí. Debe tener el conocimiento, la solvencia moral, la independencia y autonomía, además de los pantalones bien amarrados para plantársele al asesorado. De manera drástica, la relación de un asesor con su cliente debe ser como la de un padre con su hijo: es asesor y no amigo del asesorado. Muchas veces la relación entre padres e hijos puede resultar complicada, hoy es día es mucho más cercana e informal, pero que muchas veces puede correr el riesgo de ser demasiado permisiva y acaba por sobrepasar los límites, es por ello que los padres no deben ser amigos de sus hijos. (Especialista Eduard Estivill).

     Los padres no deben ser amigos de sus hijos, dice el Dr. Stivill, ya que el principal problema de ello es que cuando se pretende establecer una relación entre iguales, el adulto se trata de poner al mismo nivel del niño y esto puede llegar a confundirlo, le genera dudas y como consecuencia el adulto pierde por completo el control sobre él. De la misma manera, si el asesor, que sabe, debe saber sobre lo que asesora, porque si no, apague y vámonos; digo, si se pone al mismo nivel del asesorado, que no sabe, por algo lo contrató, entonces el asesor pierde el control sobre él y puede terminar de cómplice y pierde su potestad como asesor.  

PRIMER RECREO: El poder de la niñera no se oculta con discursos electoreros.

SEGUNDO RECREO: Ojalá y el inicio de la campaña electoral no haga olvidar el desastre en que está sumida Aguachica; que los discursos sean más propuestas de solución que peroratas por votos.

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