
El martes 18 de julio, La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) entregó los restos de Marlon Peña, un joven desaparecido durante más de 16 años en Aguachica
Marlon, nació el 1 de febrero de 1980, su mamá lo recuerda como un niño travieso, muy divertido, alegre, humilde y un gran amante del fútbol; a sus 21 años fue visto por última vez en la mañana del 21 de marzo de 2007 después de entregar la bicicleta con la que trabajaba. Desde ese momento, la señora “Chayo” Moreno, su madre, inició una incansable búsqueda que luego se convirtió en enojo y resignación, pues fueron años sin encontrar respuestas en el Estado que condujeran al paradero de su hijo.
Sin embargo, finalmente este martes, a manos del magistrado Raúl Eduardo Sánchez, de la Sección de Ausencia de Reconocimiento de la JEP, el cuerpo del hijo de la señora Chayo fue entregado a su familia, quienes se unieron a una marcha masiva realizada el mismo día en honor a todas las víctimas del conflicto armado y desaparición forzada, acompañados de diversos grupos culturales y fundaciones, quienes mostraron su apoyo y solidaridad para todas las víctimas, y para la familia Peña Moreno.

«Hoy, la lucha, la persistencia, el tiempo y el desgaste físico han valido la pena. Hoy Chayo puede decirles que su hijo Marlon regresa a su familia, después de mucha espera e incertidumbre», expresó la Corporación Marlon Memorias y Huellas de un Desaparecido (Corpomemorias) creada tras 16 años, 3 meses y 18 días de búsqueda incansable por parte de la madre de Peña, la cual, además, hoy acompaña a 23 madres buscadoras de Aguachica en la búsqueda de sus seres queridos.
En cuanto al hallazgo y entrega del cuerpo de Marlon, este fue hallado en el cementerio de Bosconia, Cesar; la identificación se dio en el marco de las medidas cautelar adoptadas por la JEP que tuvo origen en 2019, cuando se ordenó proteger el cementerio informal San Martín, conocido como el cementerio de Los Pobres; Medicina Legal tomó muestras de ADN de la señora Chayo y sus hermanas, las cuales fueron contrastadas con los restos óseos de Marlon, permitiendo así su identificación.
Este fue un acto que se lleva realizando desde hace largo tiempo con los familiares de cada víctima, el cual también en este caso, contribuye en la dignificación de los mismos y de la memoria de Marlon, pues se recibe el cuerpo de un ser querido más de 16 años después, se le brinda un espacio de honor en el cual se logra de manera comunitaria hacer su respectivo proceso de duelo e inhumación final.
Con la entrega de los restos de Marlon, un joven honesto, educado y trabajador, cuya vida le fue arrebatada a muy corta edad por un acto criminal, cruel y sinsentido, descansa una madre, una familia y toda una comunidad que durante años se mantuvo en la incertidumbre y tal vez con la esperanza de encontrarlo con vida. Al día de hoy, aún se esperan más hallazgos y entregas de víctimas, con las cuales diferentes familias sólo buscan su paz interior y el descanso digno de sus seres queridos.