Por Óscar Hernán Pallares Ropero

     El comportamiento del ser humano es dinámico. A veces aprende a hacer cosas que no hacía; y en otras circunstancias de la vida deja de hacer cosas que hacía. En ambos casos lo hace para adaptarse a la evolución comportamental de la sociedad en ese momento histórico. El hacer y el dejar de hacer evita pertenecer al conjunto de elementos de los que se conocen como retrógrados.

     Yo, por ejemplo, no le daba propina al que nos atendía bien en el restaurante. Pero cuando mi hija viajó a EEUU y la paga que recibía en el local donde trabajaba eran las propinas de los clientes, cada vez que puedo, no me marcho del lugar sin entregarla.

     Tampoco tenía la costumbre de recibir las chapolas o volantes que me ofrecían en la calle; la cambié cuando supe que mi hija menor se ganaba unos dólares por cada chapola que entregaba en Melbourne, Australia, cuando estuvo allá estudiando inglés.

    Una de mis costumbres era entregar limosna, pero la abandoné cuando supe que la mayoría de las veces las personas que la pedían eran impostores de la necesidad y asaltadores de la buena fe de la gente.

      También hay cosas que hacía y sigo haciendo. Desde cuando aprendí a leer, cuanta revista o periódico viejo que encontraba se convertía en fuente de mi lectura. Hoy en día continúo leyendo asiduamente.

    También sigo practicando el rechazo a la vía armada como método de solucionar los graves problemas sociales que se vienen agudizando con el paso del tiempo y los gobiernos de los mismos con las mismas.    Desde mis tiempos juveniles, cuando era moda que los estudiantes se enmontaran, me alié ideológicamente con los sectores qué rechazaban dicho proceder y propendí por las vías democráticas y civilizadas de empujar el progreso, la soberanía y la producción y el trabajo nacional de Colombia.

PRIMER RECREO: EL 20 de julio en Colombia tiene la virtud de haber unido tanto a los detractores como a los defensores de la importancia del hecho histórico para la conformación y consolidación del Estado liberal colombiano.

    En Aguachica, contrario a lo que debe ser, la conmemoración la convirtió el alcalde en una confrontación contra los colegios, los estudiantes, los instructores de las Bandas cívicas, los profesores, los padres de familia y los rectores.

    Al momento de escribir este análisis, un mar revuelto de rumores se agitaba por todo Aguachica. Se dicen, incluso, cosas graves que deben aclararse. Ojalá la sensatez anide en el palacio de gobierno y el desfile salga como la importancia y solemnidad del acontecimiento nacional lo requiere.

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