Con Wicho y Moncho mis asesores periodísticos amables lectores les contamos ¿Por qué?
Los últimos hechos en su lucha contra la corrupción, los carteles de la droga, de la contratación y la búsqueda incesante de la paz así lo demuestran.
En las últimas semanas los dos partidos voceros de la más recalcitrante ultra derecha colombiana, el Centro Democrático y Cambio Radical, de paso enemigos acérrimos de las grandes reformas sociales que lidera el presidente Petro, se dieron a la tarea de afirmar que el mandatario No goza de sus facultades mentales para gobernar.
Analizando la conducta del primer mandatario desde sus años mozos, cuando empezó a acariciar la idea de un nuevo país con oportunidades para todos, cuando deliraba con atacar la exclusión a la que habían sido sometidos la mayoría de los colombianos, hasta sus magistrales debates en el Congreso destapando las ollas podridas, cuando se atrevió a desenmascarar el paramilitarismo que los cuerdos aplaudían desde ese recinto de la democracia, dictaminamos que en realidad el presidente estaba loco de remate.
Solamente un loco se atrevería a desafiar semejante aparato de poder, miedo y crimen, solamente un demente, un suicida se atrevería a sacar a flote los más descomunales entramados que los cuerdos se inventaron para robarse el país.
Así, en medio de esa locura quijotesca, delirante como la del Caballero Andante, se coló entre los presidenciables y no valió la alianza del crimen más grande de la historia del país. Todos contra Petro, para derrotarlo. Llegó al solio de Bolívar literalmente con su espada en su diestra, como anunciando que no la envainaría hasta no ver la patria libre de estos parásitos que alguna vez se anunciaron por la hoy oficina de relaciones públicas de Sarmiento Angulo, antes El Tiempo de los Santos, no de mi devoción.
Ya en la presidencia Petro, esa alianza contra el cambio creció, se sumaron medios de propaganda del viejo sistema que se autoproclaman como periodismo o medios de comunicación, terratenientes, despojadores, militares corruptos, genocidas, políticos retorcidos de todas las pelambres, negociantes de la salud, herederos de tronos manchados de sangre, a los que hoy llaman delfines, que nombre tan bonito para gente tan perversa y toda otra caterva de mercaderes que han vivido toda la vida y por generaciones de ordeñar los recursos públicos, en lo que han llamado olímpicamente “un golpe de estado blando”, que de blando no tiene nada, es duro, fuerte y criminal.
Entre tanto, el loco se perfila como líder mundial, respetado y admirado en los más encumbrados escenarios de la política internacional, comienza su reforma agraria más 1.200.000 hectáreas entregadas a los campesinos, comienza a mirar hacia los territorios más ignorados por los cuerdos, a pensar en los pobres y direccionar el estado hacia una salud decente, universal, a recuperar para los trabajadores los derechos cercenados por los cuerdos.
Claro que este hombre tiene que estar loco en medio de estos cuerdos tan hábiles para robar y mentir, fueron capaces de construir un estado para robárselo y para ello han necesitado de varias generaciones, no los sacia la plata ni el poder, su brillante lucidez los convirtió en acumuladores de tierra, de empresas, de dinero hasta para ocultar en paraísos fiscales del exterior, suman y suman para ellos, sin importarles el bienestar de los demás. !Que cordura¡
Un solo acumulador, tal vez el más cuerdo de todos, es dueño de los bancos, las carreteras, la mayoría del Congreso y parte de la justicia, los peajes, las pensiones, los medios de comunicación, la tierra, el gobierno y los contratos. ¡que lucidez¡
A otro de los acumuladores, uno de los herederos del trono, conocido como “Coscorrón” se le caen los puentes que mandó a construir. En sus ataques de lucidez agrede, golpea a quien se encuentre más cerca y es uno de quienes promueven la supuesta locura del Presidente Petro.
Los otros azuzadores de la infamia, vieron como los cuerdos asesinaron a 6.402 jóvenes y los pasaron como guerrilleros. Hoy los locos escuchan estupefactos los relatos de los asesinos.
Claro que tienen razón, el dictamen de los once millones de colombianos que votamos por Gustavo Petro, es que está completamente loco, loco de amor por Colombia, loco por combatir a los corruptos, loco por sacar adelante las grandes reformas del país, las más sociales y liberales del último siglo.
Yo me quedo con este loco que sueña con arrebatarle el poder a los usurpadores y que está loco por lograr la paz, por silenciar los crueles fusiles de la guerra.
Viva la locura
P.D: Ahora Petro tiene ASPERGER
FUENTE: el Pregonero del Darién