La rodilla en tierra ante el poder extranjero es problema de vieja data, e histórico en nuestro país, agravado ahora por las malquerencias contra nuestro presidente por parte de los Medios de comunicación y ese periodismo prepago que tergiversa y manipula la información y que difumina los límites entre la opinión personal y la noticia.

     La avalancha de noticias tergiversadas, manipuladas que recibe el pueblo colombiano ha roto todos los récords históricos nacionales, no quiere decir esto que antes no se hacía, si, lo hacían con algo de disimulo, manipulando o dando verdades a medias con una interpretación maniquea de la noticia, buscando siempre  un efecto que favoreciera a los dueños del poder, la prensa tenía color político, El Tiempo, El Espectador, El Siglo, Todelar, por mencionar algunos, eran identificados por el público como órganos con voz de los partidos donde informaban o desinformaban acorde a los intereses de los partidos políticos a los cuales orientaban.

      Ahora no, los medios de comunicación no obedecen a esa lógica, la tendencia ahora es obedecer a intereses económicos y de clases donde los gremios, los conglomerados económicos, empresarios, banqueros, ganaderos, terratenientes agremiados en una ultraderecha recalcitrante implantan, sí o sí, su matriz de dominio sobre las masas populares, creando un estereotipo de opinión para dominar al pueblo, vendándolo y amordazándolo.

      En la historia hubo voces que defendían al poderío español y el dominio de la realeza en la Colonia, los criollos en busca de poder se rebelaron e iniciaron la guerra de la Independencia, y esta se dio no precisamente porque los criollos (hijos de españoles nacidos en América) lo quisieran, el Acta de Independencia es muy claro en que ese no era su querer, lo que pasa es que se les complicó la cosa y tuvieron que irse a la guerra. Un caso curioso digno de tratar es el de Juan Agustín Agualongo Cisneros, quien siendo indígena nacido en San Juan de Pasto combatió contra Bolívar defendiendo al Soberano español.

     Este síndrome de rodilla en tierra y la añoranza de un amo, no solo se ha dado en algunos esclavizados o descendientes de ellos, sino que, se da en esos mestizos dueños del poder actual, quienes magnifican y aplauden las voces insultantes que desde el exterior emiten en contra de nuestro presidente y que los medios replican amplificando su resonancia como noticias de interés para el pueblo colombiano. Periodistas y medios que se solazan aplaudiendo y festejando los insultos que desde la embajada de Israel hacen contra Petro, los vítores que trinan cuando algunos senadores gringos insultan a nuestro presidente.

     Estos episodios me traen a la memoria lo sucedido el 10 de noviembre de 2007, en la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado en Santiago de Chile, donde el rey español haciendo alarde de la insolencia de quien nunca en su vida ha hecho nada, pero que ha gozado del privilegio de mandar y ser obedecido, mandó a callar al presidente venezolano Hugo Chávez con el vergonzoso ¡Cállate la boca!, que fue aplaudido por la prensa colombiana, en un hecho insólito de lacayismo y de falta de identidad latinoamericana y una clara añoranza a soportar un amo que les insultara.

     Llama la atención también la respuesta que hace el presidente español de entonces José Luis Rodríguez Zapatero, cuando le exige a Hugo Cháves respeto por el expresidente José María Aznar López a quien Chávez tildaba de fascista por los ataques que le hacía a su gobierno. En Chávez se observa un reclamo justo, en El rey de España la insolencia y en Zapatero la coherencia y la defensa de su institucionalidad española que equivocada o no él representaba.

     Pero qué se encuentra en Colombia, Un Pastrana, un Duque, un Uribe que hacen coro aplaudiendo los insultos que vienen del exterior en contra de nuestro presidente y una prensa y muchos periodistas que el pueblo identifica como prepagos alinderados con las voces que desde el exterior insultan la dignidad presidencial colombiana, esa que representa el pueblo y la nación nuestra, se puede concluir, que el odio personal, político y de clase está por encima del amor por la patria y que mientras los lobos rabiosos aúllan desde el exterior vertiendo su miasma fétido de discriminación, la piara nativa representada por expresidentes, políticos, “periodistas” se revuelcan de alegría sobre los desechos excrementales de esos lobos del exterior.

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