Por: Fabio Alonso Vergel Serna – economista

Las que acaban de pasar fueron unas elecciones regionales atípicas, no solo por ser las primeras que se llevan a cabo en un gobierno de izquierda, sino por la particular figuración de los partidos. Desde la reforma política de 2003 no había una contienda con tantas colectividades con personería jurídica; en esta oportunidad fueron 36, un 87,5 % más que en 2019.

Tras conocerse los resultados, la mayoría de partidos cobraron sus victorias, pero lo cierto es que ninguno logró imponerse con solvencia antes los demás, ya que varios ganaron en coalición y, además, en varios casos predomina más el control de los clanes políticos que la disciplina partidista.

Y ese es el objetivo de este texto amables lectores con mis asesores periodísticos Wicho y Moncho, ilustrarles como en las regionales los clanes más poderosos de Colombia retornaron al poder y continuar su tarea de apoderarse de los presupuestos en las grandes capitales, ciudades intermedias y municipios. A propósito, Cristina de la Torre en el Espectador lo llama “Péndulo a la derecha: ¿y el cambio?”:

“Sí, fue golpe de suma cero: el triunfo de la derecha el domingo no podía resultar sino del naufragio de la izquierda. Pero será una victoria pírrica, con los días contados si, más allá de las urnas, no leen los elegidos el hambre del 28 % de los colombianos que disparó el estallido social de 2021, con sus 80 muertos, y amenaza con volver a perturbar el sosiego de la gente de bien en el segundo país más desigual del continente.

Conquista de la vieja política reeditada en clanes, con todo su potencial de corrupción y aun de crimen. Los Char, los Barreto, los Gnecco, los Caicedo, los Turbay, los Torres, las dilian franciscas recuperaron lo perdido hace cuatro años”. Los Ocañeros el Faro del Catatumbo.

Muchos candidatos intentaron desligarse del estilo de los partidos, un fenómeno que se ha aumentado en los últimos años y Ocaña (Villacocota) no fue la excepción, lo que se evidencia en la mala imagen de estas agrupaciones entre los ciudadanos y resto del país por mucho que se diga de ellos, lo cierto es que no han perdido su protagonismo, especialmente los tradicionales. Muestra de ello son los resultados de estas elecciones, en las que colectividades como La U, el Partido Liberal y el Conservador se quedaron con varias gobernaciones y alcaldías.

Para algunos analistas, esto en parte se explica por la dinámica general de la contienda, caracterizada por el giro hacia el centro y la centroderecha, que en general están recogidos por los partidos tradicionales. Por otra parte, como lo mencionamos influyen los triunfos de los llamados clanes políticos y barones electorales, que también capitalizaron un discurso de oposición o por lo menos de crítica.

Pescaron en la incapacidad del Pacto Histórico para gobernar a todo tren; en el ego de sus dirigentes   como en Ocaña y Norte de Santander, en la endeblez de una coalición que pareció armada sólo de ocasión, liderada por la Colombia Humana, un movimiento difuso de vocación caudillista que se niega organización de partido. Y sin embargo supo darse un programa de reformas que responde al general anhelo de cambio. La realidad es que os tradicionales y sus fichas se quedaron con las alcaldías y gobernaciones más importantes del país.

De otra parte, es bueno recordarles a los colombianos de a pie y opositores al gobierno del CAMBIO; la denuncia que hace Mauricio Cabrera Galvis en un escrito titulado “La escandalosa concentración de la riqueza” en nuestro país. Pese a que ha mejorado el acceso a los bienes y servicios básicos, es cada vez más desigual la distribución del ingreso y de la riqueza. El Gini en este rubro es de 0,83 y en depósitos financieros es de 97 %. Entre los tres tipos de activos que componen la riqueza —propiedad raíz, acciones en empresas y financieros en propiedad rural—, Colombia es subcampeona mundial en peor distribución de la tierra: sólo el 1 % de la población es dueña del 80 % del territorio, revela Oxfam. Los 7,2 millones de hectáreas de tierra óptima para agricultura están casi por completo desaprovechados o dedicados a ganadería extensiva. En Sucre, nueve clanes familiares son dueños del 55 % de la superficie del departamento”.

“Tarea medular de los nuevos alcaldes y gobernadores será el manejo de sus recursos. De los impuestos locales, de regalías y transferencias del Gobierno central. Su destino, el financiamiento de educación, salud, agua potable y saneamiento básico. Demuestran Oliver Pardo y William Reyes la necesidad de reformar el sistema de tributación en departamentos y municipios, y de ampliar su autonomía para depender menos de las transferencias de la nación. E integrar esta innovación tributaria y de manejo de las finanzas territoriales al bloque de reformas en trámite y materia del gran acuerdo nacional, diríamos aquí.

En este horizonte y vista la proyección territorial del Plan Nacional de Desarrollo, otra fisonomía les esperaría a las reformas que son materia del acuerdo nacional. Ya el presidente Petro convoca a los mandatarios elegidos para “articular planes locales con el cambio”. Y estos no son ajenos a los congresistas que participan de la misma lid política en las regiones. El apoyo parlamentario a las reformas derivaría naturalmente de la comunidad de intereses políticos que gravitan en torno a los programas de campaña de los elegidos: ellos atañen tanto a la Rama Legislativa del poder como a la Rama Ejecutiva de los gobiernos locales”. Dice Cristina

MENSAJE a los militantes del PH que seguimos apoyando y respaldando a nuestro presidente Gustavo Petro y Francia Márquez vicepresidenta me uno a lo expresado por David Racero, del Pacto Histórico, la coalición de gobierno no está rota. “Hoy somos mucho más fuertes que antes, tenemos más representación política en las regiones que hace un año. Eso sí, debemos mejorar muchas cosas. No perdemos el sentido autocrítico, como es lo de formar y apoyar nuevos liderazgos”. Según cuentas de este sector, el domingo lograron, junto a partidos aliados, 38 diputados, 70 alcaldes y 640 concejales.

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