Por: Diógenes Armando Pino Ávila
La persona civilizada y con algo de independencia en el pensamiento, no termina de asombrarse al ver como se ha envilecido el periodismo en Colombia y, como a través de una narrativa maniquea, con la más vulgar intención de sembrar en el imaginario popular un relato falaz para perpetuar en el poder a los que siempre lo han ostentado, utilizan los medios tradicionales para sembrar dudas, propalar calumnias, acusar sin pruebas, dañar vidas, condenar inocentes, sin que la justicia opere, pues todo este andamiaje de infamias está escudado y protegido por la “Libertad de prensa”.
Todos los días promueven una mentira que es replicada al unísono por todos los medios tradicionales y que convierten las redes sociales en un hervidero de comentarios de todos los calibres y colores que exacerban odios y rencores, potenciando una polarización peligrosa que en nada ayuda a Colombia a conseguir la paz. Son noticias falsas que tienen una efervescencia efímera, de máximo una semana para caerse, pues nunca tienen fuente confiable y verdadera, son solo montajes de quienes juegan con una de las profesiones más nobles del mundo y que requieren de un sentido ético excelso, el cual en ese seudo periodismo prepago no existe, pues la veracidad de sus dichos todos sabemos que no la hay.
Cómo hace falta la pluma de don Guillermo Cano, Gabriel García Marques, Gossain, o algunos de columnistas connotados como El Cófrade, Argos y su legado en la pureza del idioma, Los tres Caballeros: Lucas Caballero Calderón, Eduardo Caballero Calderón y Enrique Caballero Escovar, en fin, tanto periodistas buenos y probos del pasado y en la actualidad por su seriedad y rigurosidad investigativa: Coronell, Daniel Samper Pizano, Ana Bejarano, Gonzalo Guillén, los periodistas de la revista Raya, Cambio, RTV Noticias y otros que en el momento no recuerdo.
Contrario a una cantidad de periodistas que olvidan los principios éticos y el compromiso con la honestidad que se le debe al lector y a la profesión misma, son esos que alimentan la plataforma X (antiguo Twitter) y mojan tinta en medios de marras, conocidos de auto, por el proceder de propaladores de especias, Fake News, fabricantes de relatos mentirosos con apariencia de noticias, y ¡oh sorpresa! Cantadores de goles en las emisoras, ahora convertidos en opinadores de alto turmequé opacando obras, negando crímenes y defendiendo un salario a costa de sus propios prestigios, si es que alguna vez lo tuvieron.
Afortunadamente hay, aún, periodistas ajustados a la ética que critican y comentan respaldados por fuentes confiables y contrastadas, periodistas rigurosos con equipos de investigación profesional, que cuando dan la noticia o la opinión, no hay como rebatirla pues el sustento de la misma es incontrovertible, pero desafortunadamente sus voces no son replicadas en los otros medios de comunicación como si lo hacen con los propaladores de noticias falsas.
Es tal la aberración en el campo periodístico que, se divide la opinión de acuerdo a conceptos de intereses, veamos el ejemplo más claro y cercano, el caso de los terroristas de Hamas y el de los terroristas del Sionismo, esa prensa prepago no ha querido definir que tanto Hamas como los sionistas son terroristas de igual calaña, con razones diferentes pero, con actos de criminalidad y terrorismos de lesa humanidad, esos periodistas no han querido, se han negado a clarificar a sus lectores que una cosa es Hamas y otra el pueblo Palestino y que una cosa es el gobierno sionista que extermina a los niños palestinos y otra el pueblo de Israel.
Pareciera que, por el simple hecho de que el presidente Petro se haya pronunciado en contra del exterminio étnico que hace el gobierno sionista sobre el pueblo palestino, los medios y periodistas prepagos tomaron la decisión de apoyar a los sionistas en sus actos de terrorismo despertando en ellos la hematofagia heredada desde los falsos positivos y las masacres de paramilitares y guerrillas contra el campesinado, indígenas y líderes sociales.
Increíble que esa sed de sangre les encienda la pulsión herodiana de ver niños muertos, mutilados, quemados, aplastados, asesinados en números que sobrepasan los 4,000 y que la mente civilizada se aterra y rechaza mientras ellos aplauden y justifican en el lamentable envilecimiento del periodismo. La mente civilizada no entiende el por qué ofende a estos seudo periodistas, la comparación de los hornos de Auschwitz-Birkenau, Buchenwald, Belzec, Dachau, Mauthausen y Gusen con los de Juanfrío en Norte de Santander, si cumplían la misma función.
Afortunadamente existen medios alternativos y ahora una televisión pública que trata la noticia con mucha seriedad y compromiso con sus lectores y oyentes. Hay que filtrar la información que recibimos, que no nos conviertan en idiotas útiles al ser instrumentalizados en favor de los que bastante daño le ha hecho y le hacen a Colombia.