Por: Diógenes Armando Pino Ávila
La aparición de la Tambora en público en Tamalameque, en el marco del primer festival, a pesar del asombro y la admiración que causó en los asistentes, que aplaudieron a rabiar, esa noche en el atrio de la iglesia San Miguel, ella, la Tambora, fue bastante tímida, los ancianos que la ejecutaban, estaban cohibidos, no esperaban ese recibimiento lleno de afecto de un pueblo que durante décadas le había dado la espalda, durante tanto tiempo la había recluido a los barrios más deprimido, la habían llenado de oprobio con trato despectivo, pero que en ese momento abrazaban ese folclor en un clima de reconocimiento y reconciliación con lo propio, con lo vernácula, con un amor por lo terrígena.
El segundo y el tercer festival, desbordó toda las expectativas, ya que la presencia de los ancianos hacedores y sabedores de la Depresión Momposina en comunión con los de Tamalameque, en esa hermandad que solo los humildes y los portadores de sabiduría popular pueden sentir y prodigar, lo hicieron en una bella lección de amor por la cultura, enseñándonos que los orígenes de los pueblos no hay por qué ocultarlos, que cultura propia tiene un gran valor y que debemos ser portadores orgullosos de la misma.
En la Tarima de la Plaza principal de Tamalameque se comenzó a fraguar una nueva historia, la historia de nuestros pueblos y su cultura, ahí precisamente se comenzó a mencionar con admiración y aprecio nombres hasta ahora desconocido fuera de los límites de su territorio. El reconocimiento que hicimos de la valía de estos ancianos sabedores, fue apenas el reconocimiento que a partir de Tamalameque se les haría en toda la Depresión Momposina y, a partir de ahí, se inicia la valoración del saber popular nuestro, de la importancia de ellos en la conservación de nuestra cultura, es decir, los inscribimos en la historia cultural del Caribe colombiano.
El dum-dum de las tamboras, el llamado rítmico del currulao, las palmas y las voces silvestres de las cantadoras se comenzaron a escuchar fuera del territorio, los primeros en escucharlas fueron los grupos folclóricos de la UIS y de la Tecnológica del Magdalena que comisionaron a algunos de sus integrantes como observadores y a partir de ahí solicitaron ser invitados a participar con danzas en los intermedios, así se hizo, luego vinieron con Tambora, pero con coreografía de grupo, explicaban que era trabajo de proyección. A esos dos grupos le debemos la difusión en el ámbito universitario, pues ellos en los encuentros universitarios de danzas llevaban las Tamboras dentro de sus repertorios.
La noticia del festival de Tambora, del resurgir de un baile cantao desconocido por Colombia se corrió por todo el ámbito académico y cultural. Esto atrajo a la Tv, por ello llegó Audiovisuales con su equipo periodístico y sus cámaras de televisión a documentar este acontecimiento, de igual manera Telecaribe envió a Marta Yance y otros periodistas a documentar el Festival de Tamboras, nos visitaron, músicos, musicólogos, folcloristas, sociólogos, estudiantes universitarios, aficionados y toda la barahúnda que persigue el saber popular del arte y la cultura de los pueblos, Tamalameque ocupó un sitial de honor en el concierto de los pueblos de la cultura riana, pasamos de ser conocidos como la tierra de La Llorona Loca, a ser conocidos como la cuna de La Tambora.
La buena nueva, traspasó fronteras y estando de alcalde de Tamalameque, en fechas diferentes, recibí misivas interesantes. Una de ellas, la enviaban de París, en la misiva, palabras más o palabras menos, el remitente me contaban que estudiaba musicología en La Sorbona y que su tesis doctoral la quería basar en La Tambora, que necesitaba una carta o constancia, no recuerdo, donde se le manifestara el interés de la administración en la realización de tal investigación, de inmediato respondí vivamente interesado, no podía dejar pasar semejante oportunidad que una tesis doctoral de una de las mejores universidades del mundo tratara sobre nuestra cultura. El remitente de la misiva era Guillermo Carbó Ronderos, vino y realizó su investigación en Tamalameque y otros pueblos de la Depresión Momposina. Su tesis Musique et danse traditionnelles en Colombiea fue laureada. En la actualidad es Decano de la facultad de artes en la universidad del Atlántico.
La otra misiva que recibí, venía fechada desde Bélgica, en ella me manifestaban el interés de realizar un documental sobre nuestra cultura y me solicitaban una carta o documento del interés por el proyecto, contesté que sí, la misiva era firmada por Carlos Rendón Zipaguata, un cineasta reconocido por sus documentales sobre los Nukak Maku, Biblioburro, Cienega Grande entre otros.
Es decir, la Tambora se dio a conocer desde Tamalameque hacia la Depresión Momposina, La Costa Caribe Colombiana, Colombia e internacionalmente, pero no hemos logrado que el Cesar la conozca y la reconozca como parte de la pluriculturidad del departamento.