Por: Diógenes Armando Pino Ávila

    Acaba de terminar el evento cultural más grande en el departamento del Cesar, no el más importante, pues en cada pueblo hay un evento cultural que es para sus habitantes el más importante. Ese relato repetitivo que han tratado de convertir en verdad incontrovertible, de que la cultura del Cesar es la música vallenata, ya está en desuso, pues cada territorio asume su identidad cultural acorde a sus orígenes y al legado de sus mayores.

    Los pueblos del Cesar han dejado de lado tal imposición, por tanto defienden su cultura vernácula, sin desconocer y darle reconocimiento a las otras culturas que coexisten en el departamento, de eso se trata la multiculturalidad, para mejor explicación transcribo un texto solicitado a un software de IA (inteligencia Artificial que dice: La multiculturalidad es la coexistencia de diferentes culturas en un mismo espacio geográfico, físico o social, sin que necesariamente tengan una relación entre ellas. Es una realidad existente en la sociedad actual, como consecuencia de un mundo globalizado.

    Esa coexistencia de que trata el texto de IA, implica el respeto y la tolerancia hacia las otras culturas y sobre todo el trato inclusivo e igualitario por parte de las instancias de gobierno y que el apoyo, el apalancamiento financiero a sus eventos se justo y acorde a los derechos de los habitantes de cada territorio. No sé cuantos cientos de millones aportó la nación, ni cuantos cientos de millones el departamento al Festival vallenato, lo cual está bien, de eso se trata la relación, impulso apoyo y promoción del gobierno a los eventos culturales; sin embargo, el trato que se le da a los festivales y eventos culturales de los demás municipios no debe seguir siendo la irrisoria y miserable limosna que como favor político les hacen a los alcaldes.

    Recuerdo que al comienzo de los Festivales de Tambora en Tamalameque pretendían colaborar enviando un conjunto vallenato, a lo cual me negué rotundamente, pero tiempo después algunos alcaldes lo aceptaron gustosos, pues su ignorancia en temas culturales los llevaba a permitir la lapidación de la identidad cultural del territorio y la implantación de la cultura de la capital del Cesar. El mayor intento realizado desde Valledupar fue la llamada Ley Consuelo Araujonoguera, donde pretendían implantar la obligatoriedad de la Catedra de la cultura vallenata en todas las escuelas y colegios públicos y privados del departamento del Cesar, desconociendo la historia, la cultura, costumbres y tradiciones de cada uno de nuestros pueblos.

    En ese entonces, desde Tamalameque levantamos la voz de protesta y reclamamos respeto por nuestra cultura demandando ante la Corte Constitucional tal Ley, el efecto de dicha demanda fue que tumbamos lo de obligatorio, lo demás quedó igual, no tuvimos el peso político para tumbar todo el adefesio. El profesor Rodolfo Rincón (poeta, cuentista, investigador y profesor universitario) desde Aguachica reclama con razón, la atención del El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes de la República de Colombia para que Aguachica sea tenido en cuenta como Centro Cultural de los municipios del centro y sur de Cesar y sur de Bolívar.

    Me manifiesto totalmente de acuerdo con su propuesta y pido respetuosamente a los intelectuales, profesionales, gestores culturales, sabedores y toda persona vinculada a la cultura de su territorio que apoye dicha iniciativa, que nos manifestemos públicamente al respecto y que ojalá se propicie un encuentro presencial en Aguachica para discutir y darle músculo conceptual a dicha propuesta.

    Esperamos que los encargados de la cultura en el departamento tomen conciencia de que en los territorios ya no creemos como le hicieron creer a nuestros abuelos lo que metafóricamente resumimos como la creencia de que Adán y Eva nacieron en un patio en el barrio Cañaguate de Valledupar y que el comienzo de la humanidad cesarense proviene del Homo Vallenatus. Los conceptos, las creencias han variado, pues ya hay acceso a nuevas fuentes de información, es decir, leemos los textos escritos por la aristocracia vallenata donde impulsaban sus mitos fundacionales, pero también tenemos acceso a lecturas de textos de historia, sociología, cultura, más abiertos, escritos por investigadores lúcidos, no contagiados por el ánimo colonizador de esos textos iniciales donde trataban de dar músculo cultural e histórico al nuevo departamento.

¡Rodolfo, estamos contigo y pa’lante!

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