Por: Diógenes Armando Pino Ávila
En su momento aplaudíamos la inclusión del departamento del Cesar dentro de las 16 zonas PDET y veíamos con beneplácito dicha inclusión como una manera de resarcir el dolor de la tragedia causada por la violencia política (guerrillera y paramilitar) en nuestro territorio, luego vimos como la mano poderosa de la dirigencia del norte del departamento incidió en la escogencia de los municipios, todos del norte.
Sin embargo, con algunos reparos e inconformidad y ante el silencio de los mandatarios del Centro y sur del Cesar vimos cómo solo aparecían como Municipios beneficiados: Becerril, La Jagua de Ibirico, Valledupar, Pueblo Bello, Agustín Codazzi, como siempre la hegemonía política de un sector del departamento se imponía sobre una realidad histórica del reguero de víctimas diseminados en el Cesar y nos asombraba que no se tuvieran en cuenta municipios fuertemente golpeados como: Curumaní, Pailitas, Pelaya, Aguachica, San Alberto, San Martín, etc.
Estos últimos municipios, en honor a la verdad, más golpeados, sufridos y sitiados por mucho tiempo por los violentos. Municipios que pusieron una alta cuota de sangre, luto y dolor de sus habitantes, los que sufrieron masacres, despojos, desplazamiento, secuestros, chantajes, extorsiones y demás manifestaciones nefastas del fenómeno de la violencia colombiana, sin embargo, fueron ignorados. Fueron excluidos los municipios del sur, esos municipios que desde el comienzo sufrieron la violencia guerrillera, luego la paramilitar, cuando los pobladores del norte pensaban que el fenómeno de la violencia era solo del sur, pero que cuando los comenzaron a sacar de sus casas secuestrados, cuando sintieron que la espiral de la violencia no tenía distingos de norte, centro o sur, se dieron cuenta que el problema era mayor.
Bien, es un hecho cumplido el que esos cinco municipios fueran incluidos, no obstante, los resultados no fueron los esperados. El Periódico Prensa Libre el 5 de julio del 2022 hizo pública una noticia de un escándalo mayúsculo sobre la inversión de los dineros PDET, y mencionaba alcalde, congresistas y empresarios, cabe anotar aquí que los escándalos no solo en el Cesar, sino, como siempre, en todas las zonas PDET, como lo registran algunos medios.
Ahora, si “los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) tienen como objetivo estabilizar y transformar los territorios más afectados por la violencia, la pobreza, las economías ilícitas y la debilidad institucional, y así lograr el desarrollo rural que requieren estos 170 municipios. Como lo plantearon en el Acuerdo de Paz firmado entre el Gobierno colombiano y las FARC–EP en 2016 como ejes del cambio social, económico y político en el posconflicto, es necesario entonces, que el gobierne voltee la mirada hacia los municipios del sur del Cesar.
Claro está, no soy tan ingenuo de creer que esto se va a dar espontáneamente, no, a esto hay que meterle pueblo, es necesario que los líderes sociales, culturales, artistas, intelectuales, gremios del sur, jalonen el proceso pedagógico en el territorio para la toma de conciencia en el colectivo y que sea el pueblo el que obligue a dirigentes políticos, concejos y alcaldes a abandonar su postura genuflexa ante los poderosos y mafias políticas, es decir, obligarlos a ponerse de pie y con dignidad, razón y derecho, reclamar por la inclusión de estos municipios no solo en este programa, sino en todos los que el gobierno impulsa.
Es necesario que estos municipios se asocien legalmente como bloque monolítico para la defensa de sus intereses. Que esa práctica parroquial del compadrazgo entre alcaldes que solo utilizan para intercambiar contratistas e invitarse mutuamente a farras y comilonas, si quieren la mantengan a nivel personal y de relaciones de amigo y/o compadrazgo político, pero que entiendan que la defensa de los derechos de nuestros pueblos es algo muy serio y deben atenderlos con prontitud.
Es necesaria y urgente la asociación de municipios del Sur del Cesar, aunemos esfuerzos e impulsemos esta asociación para que, con la solidaridad de nuestros pueblos avancemos en el acceso a los recursos. Hay que cortar ese cordón umbilical que nos amarra con los caciques y mafias políticas que, como mesías milagreros, pendientes de la coima traen de vez en cuando algún pequeño proyecto.
«Juntarse es el comienzo. Mantenerse juntos es un progreso. Trabajar juntos es el éxito», Henry Ford