Por: Diógenes Armando Pino Ávila

     Generalmente en el habla cotidiana le damos uno significado a las palabras, las que por su uso hacen costumbre y se involucran en el imaginario, significando lo que la costumbre definió como significado. No me imagino a nadie en este mundo, que tenga que andar diccionario en mano averiguando acucioso el significado de las palabras que va a utilizar en su habla coloquial. Todos, a excepción del académico cuando escribe sus tesis o hace sus disertaciones tiene ese cuidado. Otros oficios o profesiones también tienen ese cuidado: el escritor al escribir, el médico, en fin, ellos lo hacen en los casos específicos donde su dictamen deba ser claro y preciso, pero en el habla cotidiana, no tengo dudas, no lo hacen.

    Esto lo traigo a colación porque ante la imposibilidad de apartarme del morbo político colectivo que ha despertado el caso Nicolas Petro y Days Vásquez, que en la última semana moja prensa hasta la saciedad y satura todo el espectro informativo del país, ya que, hay la competencia entre los medios tradicionales que magnifican noticias en contra del gobierno actual y las redes que son el campo de batalla entre defensores y detractores.

    Sin entrar en detalles de la intimidad de esa pareja, me inquietan dos cosas que parecen una. El follón comienza, aparentemente por una infidelidad de Nicolas y como respuesta hay unos celos terribles que desatan la deslealtad de Days al revelar algunos secretos de andanzas non sanctas que habían transitado juntos.

    Bueno la costumbre y el uso cotidiano de nuestro idioma nos enseñó que ser infiel es estar con otra persona que no es la pareja oficial, tener relaciones, amar a otra, lo que es criticado y estigmatizado por una sociedad donde importa más la apariencia, la etiqueta, la norma que los sentimientos. No justifico a Nicolás, pues todos en algún momento y en un grado menor o mayor hemos sido infieles, pecando de pensamiento, obra u omisión como diría el catecismo sobre el pecado.

    La lealtad es otra cosa, recuerdo enseñanzas recibidas por las Tías Abuelas y mi madre que nos recalcaban que, los secretos que te confiaban no debían revelarse, que estos debían ir hasta la tumba contigo, y hacían el mayor énfasis al decir «Hay que ser leal», si tu amigo o pareja, o cualquier persona te busca para confesarte algún secreto, es porque confía en ti y tú no puedes traicionarla, ni así, más adelante se convierta en tu enemigo, eso de ser enemigo, no te da el derecho a revelar el secreto compartido «hay que ser leal» recalcaban.

     Aquí es donde valoramos las enseñanzas de la oralidad, de las costumbres, creencias y tradiciones que las generaciones anteriores nos dieron como legado y desde ese contexto, hablando con amigos y amigas alcanzo a analizar que las mujeres le dan más peso a la fidelidad de su pareja que a la lealtad y al compromiso de guardar el secreto, de diez amigas consultadas, diez condenan a Nicolas por su infidelidad y ocho justifican la deslealtad de Days Vásquez. En el caso de los diez amigos todos sin excepción dan alguna justificación a la infidelidad de Nicolas Petro, pero condenan severamente la deslealtad de Days.

      No soy quien, para concluir, absolver o condenar, pero el caso de esta pareja, más allá de las connotaciones mediáticas, políticas o de otra índole deben llevarnos analizar, a pensar sobre este tema de la fidelidad y la lealtad, teniendo en cuenta la significación que la costumbre le ha dado a estas dos palabras, otra cosa es analizarlas desde la definición de La Real Academia de la Lengua Española, la cual las acerca al relacionarlas con la fe.

     Continúo con la inquietud ¿qué tiene más peso, la fidelidad o la lealtad? ¿Por qué hombres y mujeres no tienen la misma percepción? Hay tantas preguntas por hacer sobre estas dos palabras, independientemente al drama que viven estos dos jóvenes que han caído en desgracia y son despellejados en la picota publica, bajo la picana de un periodismo desalmado que acostumbra dar al pueblo “pan y circo” y que cada semana magnifica un caso para hacernos olvidar la olla podrida que el gobierno ha venido destapando. Con esto que digo ni justifico el comportamiento de esta pareja, la cual presuntamente cometieron ilícitos, de ser así deben ser vencidos en juicio y condenados o ser absueltos.

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