Por: Diógenes Armando Pino Ávila
En todos los pueblos de la Costa Caribe hay uno o varios personajes que alegran las parrandas de los amigos y sus dichos, cuentos, chistes, expresiones coloquiales y relatos son festejados con carcajada general de los oyentes y luego repetidos tantas veces en otras o en cada parranda que terminan haciendo parte del folclor local. Hoy quiero referirme a uno de estos personajes de mi pueblo, al que ya le he dedicado otros textos.
De risa franca, robusto corpachón de estatura media, paticojo y burlón, este personaje de mi pueblo del que ya he escrito algunas de sus singulares y jocosas anécdotas, me ronda en la cabeza hace varios días y este reciente fin de semana, lo estuve recordando en una conversación que tuve con su dilecto amigo, el doctor Jorge Rizo. Mis paisanos ya habrán adivinado que me refiero a Kennedy Vargas Saballé, o El Doctor Vargas como le llamábamos los amigos, este personaje hacía gala de una jocosidad sinigual y de una franqueza rayana en el desparpajo, pues se atrevía a decir frente al que fuera su pensamiento, con la particularidad que nadie al escucharlo se ofendía, pues cuando hablaba de alguien, ante ese alguien lo hacía, emitiendo sus palabras entre risas contagiando a sus oyentes de esa hilaridad y gracia, que al final todos terminaban riendo y festejando el gracejo de nuestro querido Doctor Vargas.
De sus anécdotas más festejadas es una que el solía contar: Se había lanzado como candidato a la alcaldía de Tamalameque un abogado amigo y el Doctor Vargas solidario y tal vez viendo la oportunidad de trabajo en caso de que hubiera triunfo electoral de su amigo, se embarcó de lleno en la campaña, salían de madrugada a recorrer los corregimientos y la población veredal dispersa de nuestro municipio tratando de cautivar simpatizantes que adhirieran a la causa. Nuestro personaje animaba las reuniones dialogando y contando cuentos para que los asistentes no desertaran antes de comenzar el acto político, nuestros campesinos lo seguían y festejaban cada una de sus ocurrencias, luego comenzaban los discursos y él participaba de telonero antes que el candidato, siempre con un discurso entretenido donde matizaba la problemática veredal o corregimental con una que otra charada que sacaba aplausos de los asistentes, luego hablaba el candidato y se despedían.
Ya en el vehículo, de regreso evaluaban la reunión analizando las posibilidades electorales y el posible caudal electoral que habían cautivado. Las cosas no iban bien en la campaña, el número de simpatizantes no aumentaba. El Doctor Vargas, en el acostumbrado cotilleo local, había escuchado el rumor de un amorío de su candidato con una hermana en Cristo como el candidato llamaba a su amiga. El Doctor Vargas con un poco de malicia y sarcasmo aconsejó a su amigo buscar el acompañamiento y las oraciones de esa amiga para salvar la campaña.
Vincularon a la Hermana en Cristo a la actividad proselitista y cada reunión se iniciaba con una oración de la que comenzaron a llamar la Pastora, en verdad aumentó el número de simpatizantes ya que algunos miembros de las iglesias cristianas se vincularon. Pero Vargas, malicioso, observaba mucha cercanía entre el candidato y su guía espiritual, es más después confesaría que su malicia nació al ver que cuando él se ausentaba la cercanía entre candidato y su asesora espiritual aumentaba y que cuando iban en el carro, el desde la banca de atrás observaba los toques de piernas que se daba el candidato que conducía el vehículo y su asesora en la banca del copiloto.