Por: Fabio Alonso Vergel Serna – economista
Con mis asesores periodísticos Wicho y Moncho, el tema que vamos a desarrollar apreciados lectores es sobre dos jóvenes de Medellín que habían decidido abandonar la prestigiosa escuela secundaria de la Universidad de Antioquia en cuarto de bachillerato para tornarse en autodidactas, Mario Arrubla y Estanislao Zuleta, contribuyeron a cambiar el rumbo de las ciencias sociales y de la cultura en el país. Arrubla era de extracción popular, mientras que Zuleta había nacido en el seno de una familia de clase media ilustrada. Ellos se dedicaron a devorar la gran literatura y filosofía europeas —Thomas Mann, Friedrich Nietzsche, Fiódor Dostoievski, Sigmund Freud y Karl Marx— y procedieron a popularizarlas en Medellín, cuya cultura tildaban de camandulera. El hecho de que dos jóvenes autodidactas obtuvieran una audiencia tan grande resalta el enorme atraso cultural que vivía Colombia tras la violencia de los años 50.
Colombia fue un desierto cultural entre 1946 y 1958. Los gobiernos de Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez exacerbaron la violencia política que sufrió el país durante esos años y silenciaron a las universidades. Murieron por lo menos 40.000 campesinos y tres veces ese número tuvieron que abandonar sus parcelas y migrar a las ciudades que comenzaron a congestionarse.
Entre ellos se encuentra la familia AUSSANT de origen FRANCES quienes fueron perseguidos por los godos Chulavitas por ser liberales en la población de los Ángeles Cesar y lo despojaron de su finca Tisquirama me contaba mi suegra.
Igualmente, muchos políticos, periodistas e intelectuales fueron perseguidos y varios optaron por irse del país. Tras la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla, se instauró un frente bipartidista que no quiso investigar las causas ni los responsables de la hecatombe social y que poco se preocupó por desarrollar las ciencias en general y las sociales en particular.
Sobre la precaria paz establecida en los años 60, comenzaron a florecer corrientes artísticas y culturales que dieron abundantes frutos. En el terreno de las ciencias sociales la producción de las universidades era muy escasa, con notables excepciones como Jaime Jaramillo Uribe en historia, Virginia Gutiérrez en antropología y Orlando Fals Borda en sociología, todos de la Universidad Nacional (UN). El economista Antonio García estaba exiliado y volvió al país en la década siguiente para reorganizar la Facultad de Ciencias Económicas de la UN. La Universidad de los Andes fue fundada en 1948 y su influencia en economía se comenzó a sentir solo en la década de los 70, cuando fueron profesores José Antonio Ocampo y Guillermo Perry, bajo la decanatura de Édgar Reveiz.
Zuleta se destacó en las áreas del psicoanálisis, la filosofía y la literatura; aunque escribió muy poco, sus conferencias fueron transcritas por sus seguidores en Medellín y en Cali, donde desarrolló sus actividades, pero no alcanzaron suficiente difusión. Arrubla fue un economista pionero cuyos Estudios sobre el subdesarrollo colombiano probaron ser un texto muy popular que alcanzó a contar con 13 ediciones. Antes de que se difundiera en América Latina lo que se conoció como la teoría de la dependencia, Arrubla argumentó que la dependencia del imperialismo norteamericano bloqueaba el desarrollo nacional.
Arrubla fue director de Oficina de Divulgación de la Universidad Nacional en los años 70 y publicaba la Revista UN. Lo recuerdo con agradecimiento porque me invitó a publicar en sus páginas por primera vez. Se trató del ensayo “Teoría marxista de la renta del suelo”, que previamente había sido impreso en mimeógrafo y se había vuelto material de estudio para muchos de los grupos radicales del país, pero gracias a él adquirió la prestancia que solo da la letra impresa.
FUENTE: Sandra Jaramillo, “Hombres de ideas”, Editorial Planeta, Bogotá, 2023.