Amables lectores la conversación con Pablo mi nieto se centra en la opinión de dos pensadores sobre el fútbol, como reflexión a la Copa América donde Argentina salió campeón y Colombia subcampeón.
Jorge Luis Borges y su crítica al fútbol en frases
El autor se mostró apático y criticó a lo que el fútbol representaba y despertaba en la sociedad. Llamó al juego de la pelota “una estupidez popular”.
El escritor argentino Jorge Luis Borges fue un detractor del fútbol, sin pena y con convicción.
El argentino no solo es reconocido por sus relatos, algunos también lo recuerdan por su desprecio hacia el fútbol, del que la convicción de que despertaba las peores pasiones y que además era un asunto de estupidez popular.
Nació en uno de los países de este lado del mundo donde el futbol es casi como un símbolo patrio. Pero ese deporte que parece intrínseco a su cultura, a él nunca le perteneció. Con ir una vez al estadio fue suficiente para que el argentino tomara la decisión de no regresar jamás.
Cuando todos los ojos de sus compatriotas se concentraban en ver el mundial de 1978, los de Borges se dirigían a otro lado y ese mismo año aseveró que “mientras dure el Campeonato Mundial de Fútbol me iré a cualquier parte donde no se hable de fútbol. El Mundial será una calamidad que, por suerte, pasará”.
Sus palabras sirvieron para que, incluso, los que posaban en una orilla política distinta a la de él -conservador y antiperonista- lo referenciarán como uno de los personajes consagrados que cuestionaba el régimen militar, solo porque ellos rechazaban que el mundial ser organizara en Argentina, cuando había un gobierno de facto.
Era tan crítico del juego que, sin quererlo, creó una corriente literaria para los detractores de este deporte. “Qué raro que nunca se les haya echado en cara a los ingleses, injustamente odiados, haber llenado el mundo de juegos estúpidos, deportes puramente físicos como el fútbol, que es uno de sus mayores crímenes”, decía.
A continuación, algunas frases de Borges, el detractor de la pelota:
“El fútbol es popular porque la estupidez es popular”.
“Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos”.
“Jamás he visto un partido en mi vida –aclaró en una oportunidad-. Primero porque soy casi ciego, segundo porque es parte del tedio, y además porque la gente que asiste a esos partidos no va por el juego en sí mismo, como deporte, sino exclusivamente para ver ganar a su equipo”.
“El fútbol despierta las peores pasiones”.
“El fútbol en sí no le interesa a nadie. Nunca la gente dice ‘qué linda tarde pasé, qué lindo partido vi, aunque haya perdido mi equipo’. No lo dicen porque lo único que interesa es el resultado final. La gente no disfruta del juego”.
Eduardo Galeano
¿Fútbol, es el opio de los pueblos?
En 1880, en Londres, Rudyard Kipling se burló del fútbol y de «las almas pequeñas que pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan». Un siglo después, en Buenos Aires, Jorge Luis Borges fue más que sutil: dictó unas conferencias sobre el tema de la inmortalidad el mismo día, y a la misma hora, en que la selección argentina estaba disputando su primer partido en Mundial del 78.
El desprecio de muchos intelectuales conservadores se funda en la certeza de que la idolatría de la pelota es la superstición que el pueblo merece. Poseída por el fútbol, la plebe piensa con los pies, que es lo suyo, y en ese goce subalterno se realiza. El instinto animal se impone a la razón humana, la ignorancia aplasta a la cultura, y así la chusma tiene lo que quiere.
En cambio, muchos intelectuales de izquierda descalifican al fútbol porque castra a las masas y desvía su energía revolucionaria. Pan y circo, circo sin pan: hipnotizados por la pelota, que ejerce una perversa fascinación, los obreros atrofian su conciencia y se dejan llevar como un rebaño por sus enemigos de clase.