
Por: Diógenes Armando Pino Ávila
Mucha expectativa había creado el gobierno Duque y la prensa tradicional sobre el fallo de la Corte Internacional de la Haya, entrevista tras entrevista, noticia tras noticia daban a entender que eso era pan comido para Colombia. Era tal la insistencia en que nos iría super en ese fallo que la mayoría terminaron creyendo en ese resultado favorable.
Lo increíble de esto, es que el más convencido era el propio presidente Duque, que con el pretexto de entregar la reparación de una escuelita, se trasladó a San Andrés con una enorme comitiva integrada por lagartos de todos los pelajes e incluso la propia Martuchis, como el fallo no salió el miércoles en el día, decidieron pernoctar en San Andrés para dar la rueda de prensa y pavonearse de arrogancia y poder anunciando al mundo que le habían dado “sopa y seco” a Nicaragua y de paso le habían pintado la cara al dictador Ortega.
La cosa no fue así, La corte sostuvo el fallo anterior, flexibilizando un poco las líneas del llamado Mar Territorial y de explotación económica para los raizales, pero sostuvo en pie la mayor parte del contenido del fallo anterior. No prosperaron algunas pretensiones pecuniarias de Nicaragua, lo que era previsible, pero le jalaron las orejas a nuestro país por incumplir el fallo anterior. Fallo este que con el argumento válido de que los límites y fronteras colombianas solo deben ser modificadas por una Ley emitida por el Congreso de la República o por tratados internacionales refrendados por ese mismo Congreso.
La verdad, no nos fue mal, pero tampoco nos fue bien, es el consenso de los entendidos y analistas internacionales, ese sería el punto, pero festejar con “Júbilo Inmortal” un triunfo insistente es otra cosa, no podemos volver a esa era romántica del futbol colombiano dirigido por el profesor Maturana que sostenía que “perder es ganar”, no podemos perder el foco por la pasión nacionalista que tanto daño le ha hecho al futbol y que se volvió moda en el gobierno de Uribe, donde se festejaban triunfos contra la guerrilla, triunfos que a la postre, la historia ha demostrado eran montajes elaborados con la acuciosidad que solo una mente perturbada podía crear.
En San Andrés, Duque ya tenían el entramado montado, con juegos de luces, bombas y festejos, Duque y su comitiva tenían listo su equipo de logística para montar el escenario dende sostendría con su habitual cinismo el triunfo colombiano en la Corte Internacional, pero como las cosas no se dieron como esperaba, sale a rueda de prensa con rostro circunspecto a anunciar que ganamos, pero perdimos, pero que fue más ganar que perder, pues como Maturana perder es ganar un poco.
A quien más se le notaba la honda tristeza, en ese rostro de maléfica de película de terror era a La Martuchis, su mirada ida, su sonrisa congelada y su helada pose, traslucía un desencanto profundo, lo mismo que el de Duque y su desilusión mal disimulada. Es que no es para menos, todos los libretos montados esta semana, se han ido cayendo uno a uno, comenzando por el entrampamiento montado contra el hermano de Petro. Y el de la masacre del Putumayo, que hasta la ONU pide aclaración
Es que en los estertores de este mal gobierno y la premura por mostrar resultados y apabullar a los contradictores políticos no se miden en acciones y sin darse cuenta están acabando con lo poco creíble que tenían y navegan en el lodo de la ignominia.