Por: Diógenes Armando Pino Ávila
La Comisión de la verdad, inició su trabajo el 30 de noviembre de 2018, bajo la dirección del sacerdote jesuita Francisco de Roux, desde antes de comenzar sus labores, La Comisión de la Verdad, fue víctima de ataques, calumnias, tergiversaciones, falsas noticias, persecuciones, difamación de sus miembros, en fin, toda suerte de ataques alevosos propios de la mafia elitista que ha hecho negocio con la guerra.
Esta Comisión, asumió valientemente su compromiso con la verdad y transitó con rectitud y rigurosidad la investigación encomendada, siguiendo unos protocolos éticos y comprometidos con la verdad, es decir nada ni nadie pudo, no podían, torcer o desdibujar la brújula que con mano firme llevaba como guía un hombre prístino como el Padre de Roux, por supuesto al no poder torcer la ruta de consecución de la verdad, sus enemigos trataron de enlodarlo, pero este hombre rodeado de igual manera, por hombres y mujeres de una calidad ética y compromiso inquebrantable con la verdad y sobre todo con el convencimiento de que Colombia necesita conocer lo que pasó en esta guerra, su propiciadores, sus financiadores, sus auspiciadores, y que no solo basta conocer la mano armada que ocasionó tanto dolor, tanta muerte y tanta barbarie, sino que para sanar los corazones y desarmar el alma de los colombianos había que conocer esa mano desarmada que se esconde en los cuarteles, en el Congreso, en los ministerios y en la misma casa de Bolívar.
Pues bien, ellos terminaron su tarea y el 28 de junio del 2022, entregaron su informe final después de “Haber escuchado cerca de 30.000 testimonios de víctimas, pueblos indígenas, afros, campesinos, militares, miembros de los grupos armados ilegales, políticos, empresarios e incluso los de los expresidentes Ernesto Samper (1994-1998), César Gaviria (1990-1994), Juan Manuel Santos, Andrés Pastrana (1998-2002) y Álvaro Uribe (2002-2010), el más férreo crítico de los acuerdos. También recibió más de mil informes de distintas organizaciones.” Desde entonces se agita la polémica entre los defensores de la paz y los que desean la perpetuación de la guerra.
Hoy y mañana, en muchas escuelas del país se inicia una histórica jornada pedagógica que incita a iniciar una programación que permita dar a conocer a los niños y jóvenes de los territorios, ese informe, que conozcan la verdad, para que exorcicen sus dolores, resentimientos, penas y dolores con que esta guerra demencial los ha marcado con ese fuego demoniaco, bárbaro y salvaje con que les victimizaron. En el colegio donde trabajo, en el día de hoy se hizo la presentación del programa titulado “La Escuela abraza la verdad”. Asistieron nuestros estudiantes de prescolar hasta quinto en la primera sesión, y después asistieron los de sexto a once.
Les puedo decir que estudiantes y profesores quedamos encantados con los contenidos de los textos que nos enviaron para desarrollar, esta iniciativa, pues la calidad y claridad conceptual que dan dichos textos arrojan luces diáfanas para explicar a niños y jóvenes los avatares de esta guerra sucia que ha segado tantas vidas, además hay una cantidad de cuentos, textos y videos que sirven de apoyo para dicha labor. Hoy me pidieron que leyera y explicara un texto de dichas cartillas, es un texto titulado “La hora de las lavanderas” que cuenta en forma delicada y metafórica una experiencia de las mujeres del Colectivo Afro de Turbo, que fueron víctimas de violencia sexual por parte de los violentos.
Es un texto impactante, doloroso si se quiere, donde esas mujeres apelando a su resiliencia hacen juntanza a orillas del mar para lavar sus penas en una lunada, y mientras sacan a golpe de manduco, restregando hasta el cansancio sus ropas y su alma, para expulsar la mugre con que el agresor las ultrajó, van entonando es esa bella voz cantarina de negra los cantos que purifican de nuevo sus almas y les devuelven la dignidad que el agresor quiso arrebatarles, pero que ellas dignas y valientes con la frente en alto van expulsando odios y resentimientos para lograr ese equilibrio y sanación espiritual que les hará brillar de nuevo esa blanca sonrisa que adornará su cara a pesar del doloroso pasado. Todas las escuelas y colegios deberían abrazar esa verdad.