Por: Fabio Alonso Vergel Serna – economista

fabiovergel@gmail.com

Del Banco de la República (BR). Han pasado 10 décadas y la celebración de este centenario constituye un hito de gran importancia para Colombia.

     Mis asesores periodísticos Wicho y Moncho nos recuerdan que fue creado como una necesidad sentida luego que, desde la independencia en 1819 y hasta 1923, el manejo de la economía fuera deficiente y caótica; nuestros héroes nos dieron la independencia, pero desconocían el manejo de las finanzas públicas, de tal suerte que las transacciones económicas durante el siglo XIX se realizaban en oro y plata como medios de pago, sin control estatal.

     En 1922, se organizó el nuevo sistema financiero y se expidió la Ley 25 del 4 de julio de ese año, sancionada por el presidente Pedro Nel Ospina, en el momento en que sobreviene una crisis bancaria por la quiebra del Banco López y luego de acogerse a las recomendaciones iniciales de la misión Kemmerer,  el Banco abrió sus puertas el 23 de julio de 1923 como una entidad de economía mixta, entre otros recursos, con el aporte que el gobierno de EE. UU. hizo, por US$5.000.000, como abono de la indemnización por la pérdida de Panamá.

      Las cosas empezaron a cambiar por las secuelas de la Gran Depresión mundial en el gobierno de Olaya Herrera, a partir de 1930, siendo ministro de Hacienda don Esteban Jaramillo. Todavía se recuerdan sus angustiosos llamados para que el Banco extendiera créditos al gobierno y poder hacer frente al duro e intempestivo impacto económico en nuestro país.

     Pero el Emisor, cuyos accionistas eran los bancos privados y su credo impuesto por Kemmerer dentro de inflexibles principios del patrón oro, lo llevaban tozudamente a negar los pedimentos del ministro de Hacienda. La entidad no le prestaba un peso al gobierno para reactivar la economía. Jaramillo dijo: “en la puerta del Banco de la República se debería fijar un letrero que diga: acá no entran sino los banqueros privados”.

     Los angustiosos ruegos vinieron a ser atendidos a regañadientes cuando se logró que recibiera las salinas en prenda del primer crédito que le hizo el Emisor al gobierno. Los gastos contracíclicos que acarreó la guerra contra el Perú ayudaron a Colombia a salir de aquella que ha sido la más aguda depresión económica que ha sufrido el país.

      La Constitución del 91, rodeó de gran independencia al BR frente a los gobiernos de turno y actualizó sus funciones. “El Banco de la República ejercerá las funciones de banca central- dice el artículo 371 de la Carta- y estará organizado como persona jurídica de derecho público, con autonomía administrativa, patrimonial y técnica, sujeto a un régimen legal propio. Serán funciones básicas del BR: regular la moneda, los cambios internacionales y el crédito, emitir la moneda legal, administrar las reservas internacionales; ser prestamista de última instancia y banquero de los establecimientos de crédito; y servir como agente fiscal del Gobierno. Todas ellas se ejercerán en coordinación con la política económica general”.

    Con la independencia de la Junta Directiva, la ortodoxia y alternancia de sus codirectores en temas trascendentes de decisiones macroeconómicas, el país, los organismos multilaterales de crédito y la Sociedad Civil tenemos la plena confianza en el Banco de la República, una entidad cuyas contribuciones han estado siempre vinculadas con la confianza que genera.

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