Por: Fabio Alonso Vergel Serna – economista

Amables lectores la conversación con mis nietos María Alejandra y Pablo tiene como objetivo principal decirles que: Sí, es momento de legalizar el uso recreativo del cannabis. Colombia no puede seguir desperdiciando su ventaja competitiva en el tema.

EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, GUSTAVO PETRO, TIENE LA RAZÓN. Es momento de que Colombia abandone el oscurantismo, la doble moral y la inacción legislativa en torno al cannabis de uso recreativo. No tiene ningún sentido que nuestro país tenga la capacidad de convertirse en exportador, de tener un mercado regulado y que aporte a los impuestos, así como de permitir el empoderamiento de poblaciones vulnerables, pero se siga ahogando en argumentos falaces. Mientras el mundo corre hacia un futuro de legalización, nos vamos a quedar sin el pan y sin el queso: es decir, sumidos en la violencia del narcotráfico, mientras otros se nutren de rentas legales en un debate que debería centrarse en torno a las libertades individuales.

En un comunicado, la Presidencia explicó que “Colombia fortalece su posición como líder en la exportación de cannabis, con la reciente autorización para enviar material vegetal de Cannabis Sativa a la República de Macedonia del Norte, sumando así un nuevo mercado a los más de 12 países que ya permiten la importación de cannabis de origen colombiano”. En la práctica, eso significa que nuestro país está exportando material vegetal de propagación de cannabis a países de la Unión Europea y América Latina. Todos los involucrados en la cadena celebran que esto ocurra: desde los pequeños cultivadores, que se benefician de un mercado regulado, hasta los exportadores, que ven una oportunidad de crecimiento económico. ¿Por qué, entonces, insistimos en que nuestro país ande con los pies atados en el tema?

Bueno, la respuesta es un Congreso retardatario que se deja convencer por argumentos seudocientíficos. Cuando el proyecto de legalización se hundió en la pasada legislatura, fue vergonzoso ver la celebración de quienes dijeron que la marihuana es la puerta de entrada a otras drogas (no lo es), y que consideran que es más peligrosa que, por ejemplo, el alcohol o el tabaco (tampoco lo es). Lo más ridículo en este escenario, en todo caso, es que Colombia, un país históricamente estigmatizado por su producción de drogas ilegales, ahora se queda atrás en la posibilidad de regular un mercado, mientras otros países, como los Estados Unidos y varios de Europa, han creado legislación progresista. El resultado en el extranjero ha sido el esperado: más recaudo, consumo controlado y más protección a las personas que, en ejercicio de su autonomía, deciden comprar productos con base en el cannabis.

El presidente Petro escribió en su cuenta de X que “el Congreso puede dar ya el paso a la legalización para aprovechar el mercado mundial y mejorar sustancialmente la balanza comercial. Las condiciones de seguridad del Cauca podrían mejorar también”. Estamos de acuerdo con su diagnóstico. Aunque la legalización no es una solución mágica a todos los problemas relacionados con el narcotráfico, sí ayuda a destrabar un debate secuestrado por el dogmatismo ultraconservador. No tiene presentación que haya quienes, en pleno 2024, insistan en que la persecución y la prohibición son la solución a una guerra que lleva décadas arrojando muertes y condenando poblaciones enteras al subdesarrollo. Es momento de la legalización. ¿Será esta legislatura la que hará historia?

Fuente: El Espectador

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