
Por: Diógenes Armando Pino Ávila
Los últimos acontecimientos que se dan en nuestro país, el desmesurado ataque de odio irracional contra el gobierno, el negacionismo contumaz de la derecha y ultraderecha que no reconoce algunos cambios notables en la forma de gobernar y los resultados en algunas acciones y ejecutorias administrativas. El cuento maniqueo de que el país anda mal desde que llegó este gobierno, tratando de crear en el imaginario popular, que vivíamos en un paraíso donde todo era blando, placentero y la felicidad desbordaba los días y que esa felicidad alcanzaba para pasar la noche y sobraba para comenzar el día siguiente.
Muy a pesar que los hechos reales demostraban y demuestran que este país, andaba manga por hombro, que la muerte y la corrupción andaban de la mano, y que de cerca le acompañaba el narcotráfico y los múltiples grupos que delinquían en campos y ciudades, llámense guerrillas o paramilitares y que siempre había una bala vestida de verde a la vuelta de la esquina para aniquilar al que osara pensar diferente. Sin embargo, el relato creado oculta esa verdad de a puño y trata de mostrar en forma maniquea una realidad artificial de orden, bienestar y felicidad bien lejana a lo que realmente la historia reciente denota.
No obstante, hay medios, lideres, personas, organizaciones que muestran esa realidad dolorosa del pasado y tratan de demostrar con hechos la realidad contra la falacia, de ello se encargan estudiosos, investigadores, juristas, tribunales, La JEP y saltan desde el matojo de la mentira conejillos tintos en sangre como Falsos positivos, escombrera, La Guavionada, Chilajara, Odebrecht, por mencionar algunos.
Ese mundo dual y dicotómico que vivimos me recuerda, mis años de educador cuando en la clase de filosofía al hablar de Platón y entrar a plantear su tesis sobre el mundo de las ideas y ese otro mundo creado por El Demiurgo, mundo que era una copia imperfecta de el mundo ideal, un estudiante piloso mostrando su adelanto pidió la palabra, exigiendo una explicación sobre “La alegoría de la caverna” tratando en forma capciosa, poner a prueba la preparación del profe. Requería aplicar dicha alegoría a ese mundo dual a que se refería el tema de la malla curricular.
Para salir del apuro, hubo de buscar una linterna, cerrar las puertas y ventanas del aula, escogiendo un estudiante que se situaran detrás del grupo con la linterna, mientras el resto mirando la pared del lado con más penumbra, y el profe delante del de la linterna y detrás de las espaldas de los demás, con las manos producía sombras chinas (caras de caballo, aves conejo, perro ganso, etc.) mientras explicaba, que los hombres de la caverna, estaban esposados y con movilidad reducida que solo les permitía ver las sobras proyectadas en la pares en penumbra. Que el esclavista que los mantenía cautivo le había hecho creer que esa era la realidad.
Mientras que el estudiante que tenía la linterna, por haberse escapado y salir de la caverna se había dado cuenta que ese no era el mundo, que en realidad era una ilusión creada por quien les dominaba, que ese hombre libre les invitaba a salir de la oscuridad, salir de la caverna y conocer el mundo real pero que los esposados, acostumbrados a ver las sombras se resistían a creer lo del mundo real y se negaban a salir de la caverna. Ellos eran esclavos del pasado y de la creencia que les habían implantado como realidad.
Luego de tal explicación, algo teatral, había que generar la discusión y aplicar la criticidad para comparar esa forma platónica, metafórica, con la realidad que se vivía en Colombia. Ahí el profe se gozaba la clase, soltando los estudiantes en vuelo autónomo para que expresaran sus ideas, solo intervenía para calmar los ánimos exaltados y aconsejar que este era un ejercicio académico de bachillerato y no un pugilato de cantina.
Esa remembranza de educador me viene a la memoria casi que, a diario, al leer la prensa tradicional y comparar lo leído con lo que dice la prensa alternativa y aplicar mi sentido critico sobre las dos lecturas y filtrarla con la realidad percibida directamente en mi cotidianidad. Casi que después de esas lecturas entro a las redes y miro los cometarios, las polémicas, comentarios agudos, razonados, reposados llenos de razón en contraposición del negacionismo fanático y el rancio conservadurismo de mucha gente.
Ahí empieza uno a adentrase en la alegoría de la caverna y logra identificar a los esclavizados que solo miran las sombras chinas y el que se fugó y después de ver el mundo real regresó ala caverna para decirles que ese no era el mundo real, que el real estaba fuera de la caverna y como en la alegoría los encadenados en forma contumaz siguieron inamovibles creyendo el relato implantado, despreciando el mundo de la luz.
Es ahí cuando se entiende lo difícil que es gobernar para un gobierno progresista, en un país de oscuridades como el nuestro, donde a toda idea, todo intento de cambio, que rompa los cánones de quienes han gobernado utilizando la penumbra, recibe la zancadilla, es obstaculizada por la barricada retardataria de políticos y mandarines que reciben ordenes o son movidos desde bambalinas por los verdaderos dueños del poder.
Entonces se entiende, cómo el gobierno progresista sufre una especie de castigo como el que narra el mito de Sísifo, el que por su astucia hizo enfadar los dioses y en castigo fue condenado a empujar perpetuamente un peñasco gigante montaña arriba hasta la cima, sólo para que volviese a caer rodando hasta el valle, desde donde debía recogerlo y empujarlo nuevamente hasta la cumbre y así indefinidamente.
Ese ha sido el papel del gobierno progresista, esa lucha tenaz y diaria de subir el peñasco del cambio hasta la cima, donde una caterva de politiqueros y malandros tratan de devolverlo por el despeñadero de los articulitos y jugaditas, para que el cambio no surta los efectos que el pueblo necesita y quiere, afortunadamente este gobierno popular logra llegar a la cima y dejar arriba algunos cambios, mientras las normas estructurales que pueden salvar y cambiar al país son torpedeadas, lo que en vez de hacer perder las esperanzad de un pueblo cansado de los mismos con las mismas, al contrario, fija la mirada en el nuevo periodo de gobierno que se avecina y se dispone proveer al nuevo Sísifo, de bloque y varas que permitan apalancar el peñasco del cambio hasta la cima y lograr una patria prospera que permita un mejor vivir para todos.