
Hoy morenita del alma me dices
que me quieres, y yo con gracejo
te comparo, con las turbias perdices
que andan por los caminos del potrero.
Hoy morenita del alma quisiste
hacer de mi amor monumento postrero
y en la cama lasciva te desvestiste
con inquietos movimientos ligeros.
Más no me precaví, ni te precaviste -mientras caía el torrencial aguacero-
que tu hermanito fue capaz de seguirte
y todo tembloroso bajo el alero
escuchó inquieto lo que me dijiste
y nos observó por un agujero.
Diógenes Armando Pino Ávila