Por Diógenes Pino Sanjur
La ruta del sol fue concebida para convertirse en uno de los corredores viales más importantes de Colombia, que comunicaría al interior del país con la costa caribe y sus principales puertos, además mejoraría la movilización de pasajeros y mercancías entre el centro y la costa atlántica, reduciendo el desplazamiento y facilitando la competitividad del país.
A pesar de que este proyecto vial fue planeado desde hace más de 30 años, a través de ellos ha tenido múltiples inconvenientes y frustraciones desde 1997 año que por primera vez se le dio vía libre al proyecto, hasta 2017 donde la fiscalía general de la nación demostró que la ruta del sol 2 pago sobornos por el orden de 6.5 millones de dólares, por lo que la Agencia Nacional de infraestructura se ve en la obligación de liquidar el contrato.
Desde la liquidación del contrato la ANI debería asumir una parte de las obras, mientras se abriera una nueva licitación que permitiera seleccionar un nuevo contratista que terminara la tan anhelada obra, pero infortunadamente esto nunca ha sucedido, por el contrario, este corredor vial se ha convertido en un martirio y pesadilla, ya que la malla vial se encuentra en pésimo estado, llena de huecos, falta de marcación y desperfectos que han ocasionado múltiples accidentes mortales, daños a los vehículos y a la economía de sus transeúntes.
Sin embargo, de todos los problemas e inconvenientes que presenta el corredor vial, los únicos que no han sufrido parálisis y contratiempos son los 12 costosos peajes que están ubicados a lo largo de la ruta, que las 24 horas del día, todo el año cobran sus tarifas, beneficiando con millonarios ingresos a Sarmiento Angulo, Solarte y Odebrecht, puesto que ningún peso de estos cuantiosos recursos es reinvertido para mejorar la vía.
Debido a la situación caótica que se presenta a diario por esta arteria vial, las comunidades circundantes, transportadores y transeúntes no soportan más el calvario de transitar por este corredor, por lo que se han visto abocados a protestar y adelantar bloqueos desde Cundinamarca hasta el Magdalena, creando caos, incertidumbre y desesperanza entre los habitantes de los poblados ubicado dentro los 3 sectores que se dividió la troncal para su construcción.
Muy a pesar de la gravedad del caso, la trama de corrupción y detrimento patrimonial causado por el pago de sobornos, liquidación del contrato y las consecuencias actuales de deterioro y paupérrimo estado de la vía, la justicia colombiana no ha esclarecido en su totalidad quienes fueron los máximos responsables de los hechos, para que se haga justicia y se repare los daños causados.
Lo único evidente y claro es que el tránsito por este corredor es un viacrucis, donde se pone en riesgo la integridad de los vehículos y hasta la integridad de los transeúntes quienes pueden perder la vida o sufrir lesiones en un accidente de tránsito, es por ello, que el gobierno nacional debe tomar cartas en el asunto y brindar solución a la ciudadanía, es cierto que es un problema heredado de las administraciones pasadas, pero como el encargado de regir el destino del país, debe asumir su función e iniciar de manera urgente, inequívoca y efectiva de las acciones que permitan que el sueño de un país se haga realidad, de contar con un corredor vial moderno, ágil y en perfectas condiciones.
Así mismo, habilitar la navegabilidad del del río Magdalena y la infraestructura férrea, para que sumado a la ruta del sol se conviertan en los ejes principales de conectividad que permita la competitividad, desarrollo y progreso del país.