Por: Fabio Alonso Vergel Serna – economista

     Este texto se basa en la columna escrita por Juan Carlos Gómez en el espectador. Con mis asesores periodísticos Wicho y Moncho amables lectores les hablaremos de como hoy las noticias sobre el actual conflicto llegan en fracción de segundos por los diferentes medios comparadas con hace años.

    Lo que me recuerda las anécdotas que me contaba mi suegra Graciela, sobre su padre de origen francés, hijo de Carlos Alberto Aussant, quien llego a Colombia procedente de París en un intercambio entre su familia y una de apellido Ogliastri de Bucaramanga, y lo llevaron a trabajar a una finca propiedad de esa familia a recoger TAGUA, entre lo que es hoy San Martín y la zona de los ÁNGELES en el Cesar. Fernando hijo del francés Carlos Alberto Aussant es solicitado por la embajada francesa para que se incorpore al ejército de ese país y participara en la Segunda Guerra Mundial. 

     Afortunadamente su padre Carlos y su madre Juana Márquez lograron que no fuera reclutado, gracias a las influencias de la familia de gran poder económico y político en la región.

     Fernando lo que no pudo evitar fue que la godarría chulavita, del pueblo en mención, le robaran la finca Tisquirima.

     Me contaba mi suegra Graciela, que en las noches después de terminar sus labores ganaderas, su papá Fernando, la ponía a leer las noticias sobre lo que estaba sucediendo en Europa, formándome el hábito de gran lectora al leerle las incipientes noticias de los diarios escritos o la radio Nacional, que llegaban con días de retraso a ese pueblo del Sur del Cesar, puntualmente sobre lo que pasaba con Francia en este conflicto y quien iba ganado la guerra.

      Que diferencia con hoy, cuando en las plataformas digitales, la radio y tv las masas de Ocaña, Colombia y el resto del mundo presencian la barbarie casi sin conmoverse.   Desafortunadamente mi suegra, tiene 97 años y no le puedo leer las noticias del actual conflicto entre Israel y Hamás, y mis escritos en El Nuevo Sur, del cual sería una asidua lectora, como tampoco las historias que a continuación menciono:

     Walter Cronkite fue un gigante del periodismo de Estados Unidos. Presentador del noticiero de la noche del canal CBS durante casi 20 años, gozó de una inmensa credibilidad y prestigio. En 1968, Cronkite viajó a Vietnam para un reportaje especial. Hasta entonces las noticias en televisión sobre la guerra contra el Vietcong eran más bien triunfalistas. Al regresar Cronkite le contó a su audiencia la realidad del conflicto. La derrota se veía venir y se tenía que negociar. Cuenta la leyenda que, después de ese reportaje, el presidente Lyndon B. Johnson reconoció que había perdido el apoyo de la opinión pública.

      En 1990, gracias al cubrimiento 24/7 de CNN, los televidentes, desde la comodidad de su hogar en muchas partes del mundo, siguieron la Guerra del Golfo casi en simultáneo, como si se tratara de un evento deportivo. En 2003 la invasión a Irak fue transmitida en directo, también por otros canales de cable, incluido Fox. Precursores del infoentretenimiento, al que se refiere Charlie Warzel en The Atlantic.

     Con la masificación de las redes sociales, el relato mediático de la guerra tomó otra dimensión. YouTube tuvo su debut en 2013 con el cubrimiento de la guerra civil en Siria. En 2016 fue Facebook con la batalla de Mosul entre los kurdos y el Dáesh. TikTok desde Libia, Siria, Afganistán, Ucrania y el Alto Karabaj está presente. También estuvo en los ataques de Hamás en Israel y la contraofensiva de este país en la Franja de Gaza.

     Al horror de la guerra se suma la difusión indiscriminada y abusiva de imágenes y discursos de odio a escala global. Ya no se necesitan corresponsales de guerra; los soldados, los milicianos fanáticos, las propias víctimas se convirtieron en reporteros.

     En Estados Unidos, la Sección 230 de la Ley de Telecomunicaciones, las plataformas digitales, en términos generales no están obligadas a responder por lo que suben sus usuarios.   En la Unión Europea la Ley de Servicios Digitales, que entró en vigencia recientemente, podría ser una herramienta para enfrentar esta tragedia.

      PUNTADA. Palabras de Alfonso López Pumarejo, embajador de Colombia en la ONU el 28 de noviembre de 1947 en la que advirtió sobre las consecuencias que tendría para la paz mundial el plan de partición de Palestina para crear el Estado de Israel.

     Sin embargo, no fueron escuchadas y al día siguiente la Asamblea de la Organización aprobó el plan por el cual nació el Estado de Israel, pero también comenzó el conflicto interminable y al parecer insoluble entre el nuevo Estado y el mundo árabe que se identifica con Palestina:

     “No podemos pasar por alto ni desestimar el hecho de que entre los 13 votos consignados contra la partición de Palestina están incluidos los de todos los países musulmanes. Si el problema judío es religioso y racial a la vez, nos parece que no es un buen augurio para la ejecución del plan que haya sido unánimemente repudiado por el mundo musulmán. Y repudiado no silenciosamente, sino bajo protesta vehemente. Y no por una pequeña parte de la humanidad, sino por los representantes de 400 millones de seres de un mismo credo religioso. No es extraño, así, que el plan haya tenido que atravesar el Atlántico en busca de los defensores que no ha podido encontrar en los países vecinos de Palestina, ni en el Mediterráneo oriental, ni en la Europa occidental, ni el distante continente asiático. Políticamente nos parece de igual significación que ni China, ni Francia, ni el Reino Unido hayan estado de acuerdo con Estados Unidos y la Unión Soviética en este caso”.

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